27 may 2011

POESÍA: El idioma del viento

Seguiremos hablando con la arena
hasta que aprendamos el idioma del viento.
Viento que es capaz de dibujar siluetas, valles y crestas.
Las fugaces palabras se vuelven transparentes
desde que escapan de los labios.
No hay huellas, no hay rastros.
Quiero ser viento, porque mi voz no se escucha,
quiero ser brisa para llegar más lejos.
Quiero ser arena para morir en el desierto,
allí dónde sólo la besa el viento.
Quiero ser piedra para no olvidar lo bueno,
quiero ser agua para horadar el silencio.
Deseo hablar mil idiomas para que no salgas corriendo.
Para que me entiendas cuando digo
que quizás ahora es el momento.
Para coger el diccionario y regalárselo al viento.
Para que entienda que los cambios empiezan por lo pequeño.
Pero si al pequeño lo destrozan los huracanes.
¿Qué esperanza le queda al viento?
¿Cómo espera entonces que los poetas canten su recuerdo?

La sombrilla, reflexiones en primavera (V): Hablando de teteras y mochilas

Son las 8:11h de la mañana, hoy no preparo café. Estoy esperando que la valeriana haga su efecto, poco a poco noto como el nudo del estómago desaparece. Que la boca poco a poco se relaja y ya no apreta los dientes. En la habitación suena la música que una amiga colgó en el Youtube. No digo cual es, porque todos tenemos amigos que cuelgan sus fotos, su música, sus estados civiles. Todos necesitamos compartir nuestra vida, contar a los demás cómo nos va. No es por presumir, ni por dar envidia. Simplemente es para decir a alguien que estamos vivos.

Por supuesto, que se puede mentir o aparentar algo que no es cierto. Yo siempre he pensado que el que tiene que mentir es porque tiene que cubrir alguna carencia. Y si ya esa persona se está tomando el esfuerzo en construir una mentira y encima se la cree, es su problema por no aceptar la situación o no aceptarse así mismo. Yo por mi parte no es que peque de ingenua -que seguro que lo seré- pero me da mucha pereza gastar mis energías en andar desconfiando de lo que dices. Prefiero dedicar la creatividad de mis neuronas en otros menesteres. De todas formas, pierde más el que miente que yo. Pues, la mentira tiene las patas mu'cortas, pero la decepción es profunda.

Un dicho oriental dice: "La confianza es como una tetera, si se rompe, aunque la pegues sigue siendo una tetera rota". Tampoco es que me ponga tremendista o me vaya a los extremos de guardar los pedazos y recrearme en cada trocito lamentando lo perdido. Si hay una característica de mi personalidad que me encanta, es la de ser práctica. Vamos a ver, ¿la tetera es aprovechable? Sino vale para las infusiones, ¿servirá de macetero para los geranios? Y ya en última instancia, sino tiene arreglo posible, pos se cambia.

Eso en cuanto a las teteras, en cuanto a las personas, soy igual de práctica. El rencor, la decepción, la amarga bilis, son todas piedras demasiado pesadas para mi mochila. Y paso de cargar innecesariamente. Personalmente si cargo la mochila prefiero el peso de los libros, aunque sean enciclopédicos.

Buenos días a tí. Un abrazo 2.0, porque el 3.0 te lo daría en persona.

18 may 2011

La sombrilla, reflexiones: Málaga es mujer

Valores universales: igualdad, mujeres, hombres, respeto
Foto:YSH
Son las 8:12h de la mañana, en la cafetera empieza el café a hervir y acaba de pasar un tanque por delante de mi casa. No, perdón, he exagerado un poco. No era un tanque, era algún furgón subiendo la cuesta. Seguramente metiendo la primera para no ahogarse durante la ascensión. Bueno, todo esto lo describo sentada desde mi ordenador. No porque me haya asomado a la ventana para comprobar, qué era exactamente el vehículo automóvil que subió la empinada cuesta de mi calle. Simplemente me quedé con el ruido y conté lo que me pareció.

Esto no es correcto, no me puedo quedar sentada delante de la pantalla e inventar algo así. Lo que pasa es que ya he perdido la oportunidad, el vehículo ruidoso se fue.....¿Qué? ¿cómo? Parece que vuelve de nuevo. ¡Aaah, no! A mí esto no me vuelve a pasar. El tanque-furgón vuelve a pasar por delante de mi puerta, me levanto de la mesa y corro a la ventana. Estoy nerviosa, no quiero que se me vuelva a escapar. Uf, llegué a tiempo y lo ví... Era un montacargas color azul y marca Komatsu.

¡Ayyy, qué a gusto me he quedado! Ya estoy en paz conmigo misma. Es que no me gusta inventarme las cosas, para eso ya están la poesía o los cuentos. En fín, que ya puedo terminar de hacer el café y continuar con lo mío.

Por donde iba.... Ah, sí. Málaga es una bella ciudad a la que conocí hace diez años. Aún recuerdo la primera vez... Venía en coche desde Madrid pasando por Despeñaperros. El viaje no lo puedo describir exactamente porque venía mareada, con los ojos cerrados y con unas ganas a vomitar que ni la caja de Biodramina pudo solucionar. A mi lado iba el conductor, describiendo las maravillas del paisaje, y destacando todos los fallos que:  "Si los que diseñan las carreteras las hacen con el "c", que si el peralte es una "m", pero mira que vistas más bonitas".

Yo, a todo decía que sí, si podía o sino hacía un gesto con la mano. Más que nada para agradecer a mi Cicerone, el esfuerzo de conducir Málaga-Madrid en 5 horas y contándome las bondades del trayecto. Llegando a las puertas de Málaga, me dice mi amigo: "Yeiza, abre los ojos y mira ese cartel". Pues, mira yo ante ese aviso mareada y todo, abrí los ojos. Y leí el título de una canción de Rafael. !Anda mira, aquí los cantantes se promocionan en las autovías!

"No, Yeiza, no. Eso no es una canción de Rafael, es una casa de lenocinio". ¡Ostras! ¿A esa ciudad me voy a vivir? Mal empezamos. Bueno, en el fondo a mí me da igual lo que cada uno o una haga con su vida. Cada uno en su casa y Dios en la de todos - pensé.

Lo que pasa es que me quedé con esa idea, y ya no investigué más. Iba de mi casa a la panadería, de mi casa a la tienda, de mi casa a clase, de mi casa al médico. Y no me salía de la rutina. Después, de estos diez años, me doy cuenta de mi gran error. He perdido diez años de disfrutar Málaga. Porque Málaga es su gente, sus calles, su playa, su sol, sus museos, teatros, restaurantes. Porque Málaga es María Zambrano, Manuel Altolaguirre, Victoria Kent...... Muchos y muchas más. Ahora lo sé, porque vivo Málaga.



9 may 2011

La sombrilla, reflexiones: Los lunes, lentejas


Son las 9:30 aunque estoy levantada desde las 7 de la mañana. Ya he tomado café con galletas, de fondo tengo a Tom Jones y en la vitrocerámica hierven unas lentejas. No sé porqué, pero me encanta esta pequeña costumbre de cocinar lentejas los lunes.

Y aunque siempre me dicen eso de: "Esos son lentejas, y sino las quieres las dejas". Para mí las lentejas no son una obligación, simplemente me encantan. Son una fuente de energía de primera categoría: hierro para la sangre, para que corra libre por todo el sistema circulatorio. Además, si se acompañan con una ensalada de naranja, la vitamina C hace que el organismo absorba mejor este metálico elemento. Hierro+vitamina C, complementos de una dieta rica y variada.

Que, ¿porqué sé esto? Por el saber popular, por ver programas como Saber Vivir. Ya no lo sé, no tengo ni tiempo ni memoria para citar fuentes todo el rato, ni de recordar méritos todo el tiempo. Es un saber que tengo en mi interior y lo pongo en práctica. Además, me encanta mejorar la receta, probar las de otros y aprender de ellos. "Cada maestrillo tiene su librillo", aunque si algo tenemos todos en común es que las cosas hechas con cariño destacan por sí solas, la intención es lo que cuenta. Las lentejas hechas con amor tienen otro sabor, aunque todos usemos la misma receta.

Ya son casi las 10:00, mis lentejas hierven, en su punto de sal y especias. La zanahoria, el pimiento rojo y las espinacas añaden más colores al marrón del líquido burbujeante. De fondo, Ismael Serrano le pide a su padre que le cuente la historia del mayo francés. Mientras, remuevo las lentejas para que no se peguen.

Buenos días.

Minirrelato: Historias de gatos (V)

Había una vez un gato que no recordaba que era gato. Este gato era muy sociable y le gustaba alternar con todos los animales. Además, se adaptaba tan bien que el dicho popular: "Allí donde fueres, haz lo que vieres" era para él un estilo de vida. Tenía amigos de todas las clases: pavos reales, perros, loros, búhos. Con todos se sentía a gusto. Los aceptaba tal y como eran. Era feliz disfrutando de su compañía.

Así hizo su vida el gatuno amigo de sus amigos, hasta que un día empezaron a decirle: "Con quien te veo te comparo". Y eso, ¿qué quiere decir?- les preguntaba el gato. Que si estás con un zorro, se te tratará como a un zorro. Si estás con pavo real se te tratará como un pavo real - le contestó un grillo que pasaba por allí.

El felino no entendía porqué el amigo grillo le hacía este comentario, pues él era un gato, se sentía como un gato y se comportaba como un gato. Aunque le gustara tener amigos en todos los puertos, ¿tan difícil era de entender?- se preguntaba así mismo.

El amigo de sus amigos, como le gustaba definirse. Solía recordar la frase que le había dicho el grillo, y desde ese día empezó a auto-observarse. Se dió cuenta de que cuando estaba con los perros, husmeaba como los perros. Cuando estaba con los pavos reales, se pavoneaba estirando la cola y acicalándose delicadamente. Así con todos. Al reparar en esos detalles se asustó: ¿Qué estoy haciendo? Los estoy imitando sin darme cuenta, a lo mejor por eso el resto de gatos me miran con recelo. Es posible que por eso me digan que no les intereso. Porque no me pueden encasillar, ¿no soy de fiar, no soy confiable?

Estas y otras preguntas se formulaba así mismo, pero las respuestas eran cada vez más negativas, más oscuras. Pues, cuando no hay respuestas del exterior, el eco interno se las inventa. El gato pensante se perdió en sus divagaciones y tan perdido estaba que se olvidó de sí mismo, y de realizar aquello que le gustaba. Poco a poco, llegó a sentirse invisible, empezó a desaparecer. Deambulaba sólo y sin rumbo, apático y su curiosidad estaba bajo mínimos.

Una mañana, dando un solitario paseo encontró un espejo, al principio pensó que era otro gato. No lo saludó aunque lo miró fijamente. El otro, también lo miró en silencio y tampoco lo saludó. ¡Qué descortesía, qué compañero mas mal educado!- pensó. Pues, yo no soy así - y haciendo una elegante reverencia saludó a la imagen en el espejo que este reprodujo fielmente. Al ver que su reflejo le correspondía en atenciones, se alegró al recordar que las costumbres sencillas, también les valen a los gatos, sin dejar de ser gatos.

Este pensamiento le hizo sonreír, y su reflejo también sonrió. Esa sonrisa tornó su mañana gris y aburrida, en una mañana interesante para compartirla con los demás. Así que se despidió de su nuevo amigo llamado Reflejos, y se fue a buscar a sus otros amigos los pavos, los pollos, los perros, los zorros, los lobos, los búhos y disfrutar de su compañía.

3 may 2011

La sombrilla, reflexiones: Los caracoles pasean de noche

Los caracoles pasean de noche
Foto:YSH
Últimamente con tanta lluvia, la sombrilla más que proteger del sol ha hecho de paraguas, pero no está mal. Optimizar recursos en los tiempos que corren en un signo de inteligencia y creatividad. Y si no que se lo digan a los caracoles que llevan la casa a cuestas por lo que pueda pasar. Ayer, en Málaga, tuvimos tormenta, aunque ya de madrugada lo que queda es el suelo mojado y una ristra de caracoles en procesión a los que no he podido evitar pisar, y eso que he intentado esquivarlos. Sentir como crujen bajos los pies no es nada agradable.

Al pensar en los caracoles, se me viene a la cabeza, la imagen de un televisor con sus dos antenas. Una televisión que se arrastra suavemente y que deja una estela brillante detrás. De esas que dejan huella. En las noticias he visto dos imágenes que me han dejado impactada: una la beatificación de Juan Pablo II, y la otra, la cara de Bin Laden muerto. Santos y demonios juntos en el mismo espacio informativo.

Hoy día 3 de mayo, es el día Mundial de la Libertad de Prensa. Y ya que desde este blog me puedo expresar libremente, creo que al margen de lo que marquen las grandes agendas, en la mía hoy prefiero destacar a Julio A. Parrado y José Couso. Dos periodistas que murieron en el ejercicio de su profesión, haciendo de su vocación de servicio público un estilo de vida. No fueron santos ni demonios, fueron personas como tú o como yo, que dejaron madres que lloran por ellos. Que dejaron familia, amigos y compañeros que añoran su compañía.


Enlaces de interés


Buenos días

Minirrelato: Al estilo Ennio Morricone

Morricone Xilófono de entrada,  hace imaginar una bailarina, leve y ligera, pero pronto la banda sonora trae intriga al cuadro. El tutú se v...