10 ene 2016

Minirrelato: Paragüas para no pensar

Valerie Moreau
Dame un paragüas María que no quiero  mojarme de realidad. Dámelo transparente para ver el sol, pero oscuro para no ver las caras de decepción de mis prójimos. Nadie tiene la vida que quiere, ni valora la amistad del que le ama, ni admite al amor de su vida porque busca una barbie. 

Dame un paragüas, María, para no ver directamente los ojos tristes de la gente, las mentiras que se descubren en ellos. "Tener principios sale caro" dice mi jefe, no quiero escucharlo. No quiero mirar almas vacías o almas llenas de penas. No quiero ser el confesor de vidas dolorosas, o materialistas venidos a menos. No quiero mirar espejos cóncavos que reflejan el esperpento de mi propia vida.

Ya sé que no llueve, María, pero necesito protegerme de tanta desidia, tengo que salir a pecho descubierto a enfrentarme a ellos: en un buenos días que no contestan, en un "No, no, no" que por mucho que los rebata al estilo Benjamin Franklin, o haga la venta perdida, no rompen el muro. Tengo que mantener la sonrisa y el buen humor. Dame el paragüas María, porque si no llego esta noche con las puñaladas en la espalda, como soldado sin guerra, salvo buscarse la vida. Aquí el único muerto soy yo. 

¡Ojalá lloviera, María! Pues el agua lava los paragüas volviéndolos todos iguales, y así el mío no destacaría como escudo, como lugar perfecto para esconderse, la burbuja protectora de los pensamientos positivos. Hoy lo conseguiré. No tendré que mentirte con promesas de un sustento que puede ser real o una fantasía. 

Prepara sopa de ajo para la cena y dile a los niños que les quiero y esto es por todos. Mi querida María, no te quedes hasta la madrugada cosiendo bajos de pantalón, pero estoy orgulloso de que entre los dos, y nuestra creatividad, convirtamos ese paragüas en un barco en el que navegamos todos. Te amo María y no me des el paragüas. Luce el sol y tu sonrisa me ha hecho más fuerte.  Ya no me siento carne de cañón. Haré todo lo que pueda.

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