6 dic 2020

Minirrelato: El sueño de Elva (XIV)

Cuando  Elva empezó su diario no sabía que aquellas páginas en blanco serían como las sábanas que la recogerían en un fuerte abrazo cada vez que lo abría. Muchas veces sentía que la rabia o la mala baba no deberían llenar ese espacio. Por eso siempre que las emociones no la secuestraban intentaba transmutarlas en algo creativo. Escribir siempre fue el jardín secreto donde sentía que todo era posible. Todo era posible, menos quedarse a vivir allí. Vivir para siempre en donde la creatividad hace su magia. 

Lo había pensado muchas veces, ¿y si tomara algo para prolongar esa estancia? La inspiración no es un lugar, es un estado. El camino desde un estado neutro hacia la genialidad de un estado alterado cuasi- controlado. Todos buscan ese puente. Una vía hacia la inspiración y la felicidad. Sino que se lo digan a aquel bailarín, a aquel cantante o a aquel gestor de proyectos que los sentía como un hijo. El estrés de correr detrás de las musas, pretendiendo secuestrarlas y convertirlas en creadoras de contenido en serie. Mucho se le pide a la inspiración y a su grey. Quizás por eso los sapos, siempre tan cotizados, han pasado de ser comidos, a ser besados, para terminar siendo lamidos por su sudor. Extracto, que según algunos cuentan, les transporta allí, a donde la luz de neón es perpetua. El cuento cambia con el paso de los siglos y se vuelve más sofisticado y adulterado.

Esforzarnos por escuchar a nuestro cuerpo y traducir las señales, que se empeñan en decir que el camino va a ser duro, y cualquier escape fuera de la realidad se puede pagar con salirse de la carretera.  Ser realistas durante la tormenta, en vez de ponerse la venda en mitad de ella y chupar sapos. Protegerse siempre, quizás llevando el chaleco antibalas y la amabilidad de una sonrisa. Ser creativos en el trato a los demás, ser poéticos en nuestras palabras y abundante en hechos, en buenos hechos. Que la palabra 'esperanza' no se quede escuálida y muera por desnutrición. 

Así escribe Elva, como si hablara con alguien, aunque la estancia está vacía...



1 dic 2020

Minirrelato: El sueño de Elva (XIII)


El Principito
 Elva camina campo a través, el atardecer enreda sus rayos entre los árboles escuálidos. La humedad marida con el sudor del esfuerzo de la ascensión. A veces tiene flashbacks del pasado, cuando giró mirando al sol, éste le trajo un recuerdo breve, tan breve que se tornó sensación. Quizás si hubiera sido más potente aquel rayo la hubiese llevado al sitio y al momento en cuestión. Se quedó con la miel en los labios, se sintió como el Principito viajando entre las estrellas, entre los mundos. 

El Principito que tuvo que irse para reconocer lo bueno que dejaba atrás, pero nadie le dijo al niño que ningún tiempo pasado fue mejor. Pues, el tiempo corre para ellos y para ti, y nunca están igual que los dejaste. La rosa, ya es rosal y se fecunda en tu ausencia sin que intervengas. Cuando vuelvas a tu reino Principito. Ella es otra y los baobabs están en multipropiedad. Llegas y tu memoria se rompe, lloras en tu planeta, ora de pena, ora de alegría. Pues, el Principito como ser noble que es, se alegra de que las cosas cambien, mejoren, muten. 

Al igual que nadie le avisa del cambio de las cosas, y la mutación de la realidad, nadie le avisó de la barba y el cuerpo atlético listo para el combate o lo que la rosa hubiera querido. El minúsculo planeta ya no le sirve de cuna. Pero entre la rosa, el cordero y los baobabs estaba completo el terreno. Se alegró, porque el Príncipe se sabía rico. Pues, había entendido que la verdadera riqueza estaba en la libertad de entrar y salir, subir y bajar, irte y volver. Ninguna cadena tenía atrapados sus pies, ningún eslabón o grillete ataba sus  manos o ahogaba su garganta. Esa libertad que muy pocos conocen, porque confunden volver al hogar con entrar a un nido de plata, decorado de créditos e hipotecas. Se los dijo, la tierra que compras espera pacientemente la madera de tu ataúd, o el palomar  que acoja tus cenizas...

Elva tropezó y se le cayó un libro, se agachó a recogerlo y le dio tiempo de ver la cola de un zorro y un trozo de túnica azul.  Suspiró, hacía rato que los notaba respirar cerca. Se puso derecha y al ver que el sol apenas estaba presente. Decidió regresar a casa pesando que el 'ahora' es más pleno de lo que creía.

26 nov 2020

Minirrelato: El sueño de Elva (XII)


 Dicen que los sueños, sueños son... Que sueñan los dormidos y proyectan los despiertos. Que si crees, creas...Y mil memeces más que Elva ha creído y anotado en su cuaderno de frases memorables. Esa libreta de portada de cartón reciclado y estampado de hojas (iba a decir "print" influencia de los influencers) . Estaba pintado y dibujado como por una mano infantil, pero con la pulcritud de una meiga apuntando hechizos, o los apuntadores de memes virales. El Necronomicón de la sabiduría de Facebook, YouTube, Instagram y porque ya no le da vida con más fuentes de sapiencia online.

Se sentía harta de recibir comentarios sobre su formación y a lo que había llegado en la vida. "Ay con lo que tú estudiaste, con lo buena estudiante que tú eres. ¿Y tus compañeros de universidad ya son famosos? ¿Los ves salir en la tele? ¿Y por qué no te sacas unas oposiciones?"

En esos momentos, se sentía como la pieza perdida del puzle, la Bridget Jones de su promoción...  Claro que todos tenemos posibilidades, pero las circunstancias personales de cada uno influyen.- Se justificaba en voz baja y metía la cara en el cuaderno de oraciones, lleno de palabras mágicas.

Echaba la vista atrás, aún recordaba con estupor aquella noche, en la que trabajaba de friegaplatos de una cafetería, para pagarse la carrera y poder comer. Y la llamaron para que saliera de la cocina, se quita el delantal mojado y está húmeda, sudorosa y con los músculos tensos por el estrés del trabajo y la curiosidad. ¿Qué pasaba?  Saludos,  era una vecina con su hijo adolescente, comparten unas palabras y le preguntan a bocajarro qué carrera estaba estudiando. Elva toda ilusionada y orgullosa contesta: periodismo.

A lo que la madre mira a su polluelo y le dice: "Periodismo,  ¿y ves dónde está?" Y se fue sin más explicaciones dejando a Elva clavada en el suelo y sin saber qué había pasado. La habían usado como mal ejemplo,  la profesión que no hay que estudiar porque seremos nadie. Aspira a más ...

Maldita maldición de esa vecina - pensó Elva - pues nunca fue nadie en periodismo ni en nada parecido. La vida se puso en modo centrifugadora y no hubo manera de escalar ninguna pared. Ella imaginaba que seguía en formación. Que cualquier día su experiencia implosionaría pariendo  un nuevo perfil profesional,  un especialista en algo,  aún sin determinar. Tenía fe en sí misma, y si entre medias aparecía algún gurú de turno lo escuchaba. Lo escuchaba intentando traducir las señales del éxito. Lo escuchaba hasta que sangre líquida fluía de sus oídos. Pues, si había aprendido algo con el tiempo es que si la sangre era espesa y coagulaba, era algo malo, muy malo. 

 

3 ago 2020

Minirrelato: El Sueño de Elva (XI)

Soñar con flotar en el aire significado según lo que sucede ...
El cuaderno se va llenando de nombres, de citas, de horas, de oraciones, de llantos, de enfados, de aplausos, de vítores, de máscarillas de colores, de gel hidroalcohólico de garrafón. Todo, todo estaba anotado en una bítácora de rayas rectas como la incertidumbre del futuro cercano. Ya saben, por eso de vivir el AHORA, que el mañana da ansiedad y el Diazepan recetado sale barato. Somos los dopados de pastillas y sudor de gimnasio. Somos los embadurnados de protector solar de 35 para pillar el moreno, que el blanco pandemia ya no está de moda. 

Elva escribe en el bus, derecha en las avenidas, torcida en las curvas, y centrípeta en las rotondas. Se sentía la cronista de las pequeñas cosas, esas en las que nadie repara. Aún recuerda la cara de pánico, de cervatillo, de una usuaria del transporte público al acercarse a la barandilla para sujetarse y cómo salió corriendo hacia el fondo del autobús. Y ahora, nos sentamos bien apretaditos o se hacen fiestas en barcos o botellones en los barrios: "Con la mascarilla no pasa nada", es el nuevo mantra.

Antes todos a las 12:00 veíamos el parte del Presidente y sus Ministros y sus Representes y las ruedas de prensa interminables. Ella las veía en el móvil mientras caminaba por calles inauditamente vacías y silenciosas. Era el silencio del miedo, la ciudad no estaba dormida, estaba acurrucada. Hasta que pasaba por delante de un balcón con el super altavoz a todo volumen en la que la voz de una niña rezaba el rosario. O pasaban los coches de Protección Civil callejeando con el himno de España y recomendando que se quedaran en sus casas. A las ocho de la tarde, después de los aplausos, un vecino tocaba a corneta la canción de los legionarios "El novio de la muerte". 

La realidad era surrealista, parecía una película sin director, pero con mil guionistas. Una superproducción, sí, pero nunca aparecieron Bruce Willis, Tom Cruise o Tom Hanks. La mente de Elva traducía ese evento como algo memorable, paradójicamente histórico y luctuoso. Vivido a través de la pantalla.  Y la unidad de la rutina de los aplausos para los Médicos, Enfermeros, Sanitarios, Sociosanitarios, Limpieza, Transportistas, Reponedores, Cajeros, Farmacéuticos, Panaderos, Fruteros, Carniceros... Todos ellos en mayúsculas, porque en el cuaderno de Elva no podían escribirse en chiquito. Trabajar contra viento y marea es un deber  y derecho. 

Derechos soliviantados por un virus y gestionados en A o en B o "En conmigo no cuentes"  con impunidad, convirtiendo a una gran parte de la población activa de un país en la Generación Suspendida...

13 abr 2020

Minirrelato: El sueño de Elva (X)

El Gatopardo
Elva hace mucho que no duerme, toma café para espabilarse y ansiolíticos con pan para detener las taquicardias y los temblores. Todo estaba fuera de lugar, un virus con corona ha llegado al planeta y lo ha puesto todo patas arriba. ¡Maravilloso!- pensaba, pero al rato empezaba a llorar por los vivos contagiados y por los fallecidos muertos en soledad. Todo le parecía una película, una profecía cumplida de Nostradamus, o una plaga más del Apocalípsis. A los conspiracionistas ni les hacía caso, quería datos, datos. Estadísticas que se sucedían y le daban tranquilidad o un síncope dependiendo del sentido de la curva.

No tenía tiempo para soñar, estaba montando guardia en su ventana, sabía qué vecinos se pasaban el confinamiento dándose paseos con la excusa de  'los olvidados', sabía qué enamorados quedaban para 'uno rápido', sabía qué vecina preparaba ensaladilla rusa para otra que se había puesto mala. Sabía qué chavales ayudaban a los mayores cargando agua o fruta. Sabía qué policía volvía de madrugada y se levantaba al alba para desinfectar el coche. Conocía a la panadera que encendía el horno a la misma hora. Conocía el código de las persianas - abiertas todo bien. Cerrada muchos días, tocar a ver qué pasa con esa persona y amiga, primeras propietarias del bloque.

Elva observaba a los abuelos, hijos y nietos. Observaba cómo algunos se volcaban en los cuidados y no tenían vida personal, mientras otros esgrimen el comentario de: "Cuidarlo, fue tu decisión". Y, ¿qué se contesta? ¿Qué se dice cuando lo de escurrir el bulto está normalizado? Elva se encendía, se indignaba. Llevaba todo el confinamiento enfadada con el mundo. Esta pandemia nos hará mejores personas, pero con el ligero mátiz de: "Será el que quiera, ¿no?". Elva rabiaba al recordar la frase del Gatopardismo: «Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie» de Giuseppe Tomasi di Lampedusa .

Todo está cambiando, pero que no siga igual, que se renueven las estructuras de pensamiento y de las instituciones, y los modelos insostenibles.  Elva se lo repetía sin cesar: No volvamos a lo mismo, aprovechemos para mejorar - Esto último lo dijo en voz alta, como si alguien pudiera escucharla en su solitario piso de cuarentona invisible. Lo repitió como un mantra. Al hacerlo se le normalizó la respiración, el corazón ya latía acompasado, los temblores de la ansiedad, el miedo y la incertidumbre dejaron paso al pulso firme del cirujano apunto de operar.  Muchas capacidades aún sin desarrollar y mucho por hacer, campo fértil convertido en almohada. Pues, la salud se esconde en los sueños y en despertar lúcida para continuar con su solitaria crónica hasta que todo acabe. Iría al gimnasio, se haría unas oposiciones.... Pero, si no es año nuevo con sus propósitos y deseos... Es una nueva oportunidad de caminar diferente, de reflexionar, de trascender.....Zzzzzzzzzzzz

8 mar 2020

Minirrelato: El sueño de Elva (IX)

8 de marzo
Ella Fitzgerald sueña cantando que canta en el cuarto de Elva, canta por aquellas que no superaron el miedo y las barreras entre sus sueños y la realidad. Las buenas malas normas para ser mujer buena y obediente. Mujer que debía vivir con el aparentar, porque el ser no importaba. Eras la hija de..., la esposa de..., la mujer de..., la amante de ... Pero no eras.

Bravo por las que cantaron, bailaron y estudiaron, mirando de frente a los hombres sin tener que usar las mal entendidas armas de mujer. Billie Holliday acompaña la cadena, se acuerda de aquellas que murieron sin vivir, las que sufrieron la confusión de la caricia y el bofetón. Se acuerda de aquellas que son mutiladas para que su sexualidad se más fea y desagradable, con la excusa de que es para su protección. Billie canta por aquellas que son obligadas a casarse cuando aún sueñan con unicornios con hombres viejos que nunca conocieron el respeto a la infancia y a la mujer.

Nina Simone se presenta y habla en nombre de las mujeres en territorio bélico usando la violación como arma de guerra, si destrozas a una mujer destrozas el futuro de esa nación. Canta Nina más alto y no te calles, sigue denunciando.

Sarah Vaughan afina mientras defiende al respeto a las decisiones que la mujer decida realizar sobre su cuerpo: más ropa, menos ropa, ir sola a los límites del universo sin temer ser asaltada, nunca se ofreció ni estaba en mal lugar.

Abby Lincoln habla del respeto y solidaridad entre mujeres, esa sororidad que junto al empoderamiento, están de moda y sonríe porque le han puesto purpurina a algo que ya se hacía en la sombra. Abby manda un beso que se confunde entre el humo del salón, se acuerda de las chamanas, de las yerberas, de las parteras, de las esteleras, de costureras, de las cocineras, de las maestras, de las cuidadoras, científicas, de todas las que bailaron de puntillas a medianoche para no molestar, a las que escribían es cuadernos ocultos, y a aquellas se disfrazaron de hombres para avanzar.

Pronto se unen The Cordettes, cantando para que te despiertes y te quites las legañas de arena, animándote a imaginar, proyectar y correr hacia lo que te hace crecer. Sin rencores, pero sin olvido. Hay mucho que sanar y corregir, hay mucho que autocurar y dejar de lamerse las heridas. Hermanas todas en la construcción de la imagen de la mujer que abrirán puertas y allanarán el camino de las nuevas generaciones. Mujeres que ya no parirán patriarcado, matriarcado, ni ofrecerán al mercado modelos obsoletos y caducos. La palabra alma es más completa en su abstracción que mil etiquetas mal puestas. Ninguna virtud queda mal puesta, ningún adorno superficial la hará brillar más que sentirse realizada y en el camino que ella a elegido.

Elva las escucha a todas presentar su discurso con ritmo y empezó a cantar como ellas una letra que aún estaba por escribir pero que conocía perfectamente...


1 mar 2020

Minirrelato: El sueño de Elva (VIII)

Había sido una semana dura, le afectaban mucho las historias de sus clientes, cada tarde se pesaba y duplicaba su tasa. Ya se había traído a alguien a casa de nuevo, levantó las manos hacia el techo respirando hondo. ¡Aquí no, por favor!- se dijo así misma exhalando un suspiro. Encendió la música, se puso a bailar para exorcizar las energías que traía pegadas al alma, el dolor que ellos exudan. 

Por suerte, nunca había soñado con ellos, aún no habían saltado la barrera íntima del descanso, pero no podía olvidar sus historias: 

Pepita que con su ictus en el lado derecho había aprendido a pintar mándalas con la izquierda y quiere volar antes de que venga el siguiente coágulo a cambiarle los planes.

Antonia, afectada del nervio óptico, vive ciega en actitud anteponiendo los miedos a sus capacidades, aunque esto no amarga ni oscurece su bello y generoso corazón. Aunque es una golondrina atrapada por las cortinas, siempre huyendo de la luz.

Rocío un mujerón de 1,70 cm. Una mujer bella, bastante entera y autosuficiente de 90 años que decide convivir con un hombre de 85 para cuidarse el uno al otro. Lo que no sabían es que a los pocos meses el Alzheimer sería el tercero en discordia robándoles toda la ilusión y desbarando su proyecto de vida. Haciendo que ni ella ni él se pudiesen echarse una mano.

Esperanza, consumida hasta los huesos y una demencia que la salva de su realidad encamada, habla en verso. Le pregunté si ella era poeta y me dijo que no sabía ni leer ni escribir, pero que le gustaban las letras: "Las palabras son como mariposas, yo las veo volar y les digo quédense con Esperanza a hacerle compañía y se sientan a mi lado".

Elva los mira proyectados en su cabeza, como si fueran los personajes de una película, podía ser ella, podían ser sus amigos o familiares. Ser cronista de su caminar hacia el lugar donde acaban todos los achaques, escuchar una y otra vez de manera sinfín: "Qué bello es llegar a viejo, pero qué fea es la vejez". 

Ella intentaba hacerles reír, hacerles olvidar durante unos instantes su penar y recordarles que hay una clase de locura que les vendría bien, la de la  inocencia del que le queda aún mucho por vivir...Y si mueren que vuelvan para contarlo. Ellos esbozan una sonrisa y la miran en silencio... Volvió a suspirar, y dijo en voz alta: Lo siento, hasta aquí llegamos, pero en mi cama no entráis. Hasta mañana.

23 feb 2020

Minirrelato: El sueño de Elva (VII)

Miguel de Unamuno
Elva desde la cama mira sus cuadernos apilados en la mesilla de noche llenos de pensamientos y reflexiones. Recuerda aquella película en la que Unamuno es increpado por haber cambiado mucho, y ruidosamente, de ideologías y pensamiento a lo largo de los años. Vida llena de contradicciones y logros, ejemplifica que para ser un hombre preclaro, para la mayoría, liderar es poco y no se olvidan fácilmente los errores. Ser un vanguardista lleva implícito el error y la valentía del sujeto- pensaba para sí misma.

Los cuadernos de Elva no tenían nada 'de grande' con mayúsculas, tan solo apuntaba el exceso de verborrea interna y que podía resultar cansina para el 'oídor'. Un día se dijo así misma que intentaría ser más sagaz y anecdotizar sus páginas por si la encontraban muerta alguna mañana, quien leyera esos diarios quizás encontrase algo útil....Ya estaba otra vez pensando en la imagen que quedaría de ella cuando no existiera...Aquí sonrío con un suspiro.

Escribir es soñar despierta. Recordó cuando una clienta le dijo una vez, a modo de pulla, que era "una soñadora" no se ofendió. Realmente era una persona más influenciada por el cine, tatuada por las miles de horas de televisión grabadas en la memoria de su retina, y que cuando se levanta con prisa no consigue recordar lo que soñó. Harto de veces ha llorado por esa vida onírica que valora más que la existencia física. Ahora vivimos en pantalla a tiempo real, la que recreamos con los móviles para reconstruir la vida dentro de la vida. Guionizamos, grabamos y editamos nuestro diario caminar para que se parezcan a nuestras películas favoritas.

¿Que somos absurdos? Sí, pero calmamos la ansiedad de la existencia misma... Elva, mira al techo, el reloj avanza hacia la madrugada. A ella le gusta soñar, vivir soñando, pero aunque lo pusiera en gerundio no sabía cuál sería el siguiente. Juego de afirmaciones e interrogantes que dejan pasar el sopor y el velo de inconsciencia, ambos consiguen que relajase el cuerpo para entrar en esa otra muerte que es dormir... Y de repente lo vio, allí estaba él esperándola en una terraza para tomar un café y reanudar su conversación de la noche anterior...

16 feb 2020

Minirrelato: El carnicero


Allí estaba Roxanne en la sección de frutería cogiendo lo necesario para la semana. Era su propósito para la nueva década: comer sano, caminar más y lo del gimnasio todavía estaba en negociaciones. Ya iba más a la peluquería y se pintaba las uñas de colores atrevidos. Aún se salía por fuera, por la falta de práctica, pero no se agobiaba, fregando los platos se quedaban niqueladas. 

Pequeños trucos de solterona pobretona pero con mucha moral y fe en que el empoderamiento venía en camino. Lo notaba, más vale tarde que nunca - Se repetía a menudo frente al espejo. Aunque no le quedaba muy claro si la autoestima venía primero y el empoderamiento después, pero da igual, el azul eléctrico de sus uñas le daba subidón. Seguro que el camino es por ahí - se decía a cada rato cuando su cuerpo reaccionaba positivamente ante una duda o entuerto.

Esa mañana concentrada en los calabacines y las peras conferencia se sintió observada, el único varón del super en aquel momento era el carnicero, y podía escucharlo pavonearse con su nutrido público de mujeres que coqueteaban y se retaban en ser más pícaras que él. 

Carnicero: Llévese estas lagrimitas de pollo que las preparamos mi mujer y yo, porque de tan mal que lo hice se puso a llorar de la pena.
Coro de mujeres (invisibles para Roxanne desde su ángulo, pero perfectamente audibles): Mira a ver hombre que si tan mal lo hiciste no nos las llevamos, que nos caen mal. (Risas)
Carnicero: (Suspira) Ay lo que yo haría con una mujer esta noche...
Coro de picaronas:  Ayyy muchas cosas, ¿verdad mozuelo?
Carnicero: Pues, mire usted, ver una serie de Netflix, y después...
Coro de picaronas: Después lo que no hiciste primero, ¿no?
Carnicero: Pues, ver otra serie de Netflix... (Risas)

Roxanne, pasó del coqueteo en plural y se centró en su lista de la compra. De repente, es abordada por el carnicero que se le planta delante y le dice que hay unas fresas buenísimas a buen precio, justo en el pasillo central. Ella patidifusa, contestaba en monosílabos y algo de que el kilo estaba a 5,99€, cosa que hizo que se le cortara a él un poco el rollo y le insistió en las fresas.

Semejante abordaje inesperado volvió a Roxanne un pato mareado, ya no tenía lista, solo la urgente necesidad de comprar fresas. Se dejó caer descuidadamente por el pasillo central y allí estaban, fresas empaquetadas en forma de corazón. Compró dos paquetes suspirando, corrió a casa y se las comió con fruición, eran la fresas más dulces que nunca había probado, quiso más.

Se levantó al día siguiente con la intención de volver, quería sus besos de fresa. Pero al llegar al supermercado, algo había cambiado, era el día libre del carnicero y se vendieron todas las fresas, hasta las caras. Roxanne miró el lugar vacío donde estuvo el stand lleno de corazones. Suspiró y se sintió una más...

Minirrelato: El sueño de Elva (VI)

Elva se remueve en la cama -  Puedo veros -  decía musitando entre sueños, los había visto, a él y a su hijo. A los dos los esquivó, o más bien la esquivaron a ella. Al verse ignorada por ambos, en el mismo día, en la misma hora, en diferentes contextos. Extrañamente, no se sintió ofendida. El suelo se afirmó y sintió que la calle ella suya, como en las películas antiguas del oeste. El Sheriff camina con las manos a los lados cubriendo las pistolas listas para desenfundar, y las piernas ligeramente abiertas al andar, como si los huevos fueran demasiado grandes para el embutido envoltorio  que eran los pantalones. Identificado por su estrella de oro en el pecho, que le otorga el derecho y el  poder, al par que le cubre el corazón de las balas de plata.

Ella miró sus piernas al andar, no podía verse así misma de otro modo, pero no se sintió culpable de esa reacción, cuando ves que dos lobos cambian de vereda o apartan la mirada, es que por fin han entendido que ése no era su territorio. No hay nada ni nadie al que domesticar, tan solo que cada quien siga su camino.

El viento arrastra las aulagas, pero no lleva impregnado el olor a sangre, la jornada está tranquila. Mientras mira el cielo despejado, la temperatura es espectacular. Un día propio para que los vivos, los muertos y los inventados caminen marcando la distancia terapéutica del que sabe que puede hacer daño. No se buscan problemas ni los quiere. El pulso del más fuerte por fin terminó. Elva rebusca en el poso de la taza por si otro final fuera posible. A  veces a los sueños les puedes apretar las tuercas y hacer un giro de guion. Pero hasta los sueños más surrealistas te recomiendan que vueles con los pies en el suelo y sueñes con los ojos entreabiertos. Soñar no es autogañarse, eso es otra cosa. Elva suspiró y por primera vez se levantó antes de que sonara el despertador. Dirigió su vista a la mesita de noche  y allí estaba puesta la bala de plata...

Minirrelato: El sueño de Elva (V)

Amas, pescadoras de perlas. Tokio
Elva remolonea en la cama,  de fondo la lavadora centrifuga y Norah Jones canta a media voz. Se mira las uñas pintadas de azul eléctrico. Ha pasado el día disfrutando de un tiempo que lucha por agarrarse a los "ahoras"que rezan los gurús. De día sigue a muchos para adelantar las horas, de noche le sobran todos. Demasiada gente en su cama. Demasiados guías espirituales con pócimas mágicas de un solo uso. Solo quiere dormir, soñar y recordar lo soñado. Se le mezclan el pasado y el presente, pero se  siente viva al recordar su vida onírica. Como si fuera una doble vida, sin testigos, sin críticos, sin censura, la que se permite ser. 

Esa vida morféica de la que siempre renegó: "Dormir es una pérdida de tiempo" es ahora su refugio y su vida real. Canta Norah, pero no la distraigas, que tus lágrimas y las suyas se funden volviéndolas menos saladas. Elva mira el techo mientras rememora un documental sobre la vida de Alfonsina Storni que acababa de ver, y de cómo se funde la historia de su suicidio, su muerte voluntaria con la fantasía de la poesía de su pluma y las canciones de los románticos. No hace falta una muerte violenta para ser un no vivo- pensó suspirando, con pasarte la vida durmiendo y no tener recuerdo de lo soñado, es como vivir sin vivir porque el cerebro olvidó hacer la copia de seguridad.

Jones cambia de canción y Elva ya no la escucha, el dulce frío del abrazo de la almohada la reconforta, y siente como el efecto de los sedantes la sumen en la borrachera nocturna que le impide tirarse a la calle de madrugada y convertirse en esa mala mujer, a la que teme pero que añora. Esa que se lanza al fondo del mar a buscar perlas a pulmón libre...

13 feb 2020

Minirrelato: Valentín



Canciones dedicadas, pétalos de rosas hasta la cama, corazones de cartón, cenas afrodisíacas, repertorio de caricias que para tocarte el corazón te masajea el seno. Valentín se quitó el pañal y mostró los atributos del gran fecundador. Listo para llenar el jarrón de barro de la que le espera receptiva como una flor. Quita la etiqueta de la colonia de feromonas comprada al litro. Sueña, sueña con triunfar el 14 de febrero. Ese día en que solo se da amor envuelto en papel de gran almacén, Valentín se mira las manos, está orgulloso de ellas, herramientas bien calibradas. Se sabe rey, desnudo va a por ella, está de espaldas y susurra unas palabras... Qué bella eres Soledad. 

12 feb 2020

Minirreflexión: Descubriendo la sororidad



@ClaudiaRuiz
Queridas amigas: Tengo casi 43 años y creo que por primera vez estoy feliz de ser mujer. Se me enseñó que la mujer es débil, manipulable y manipuladora. La mujer no tiene palabra. La mujer es una bruja fea y hueca, una víbora que se vende al mejor postor. Entender que tu cuerpo cambia, sangra y se retuerce. Que salen los pechos sin pedir permiso y gritándole al mundo que eres fértil y vulnerable. Odié ser mujer, odié a todas las mujeres que eran grises y criticonas, odié a las mujeres que se creían perfectas como vestales y con la autoridad moral de hundir a otras mujeres. Nunca dan su mano, nunca dan las gracias. Odio a las que imitan las supuestas virtudes de los hombres y esconden su bigote con agua oxigenada. Odié, Odié, Odié tres veces. Y ahora, con casi 43 años veo a las mujeres como mis hermanas, espíritus de luz que iluminan mis soledades y curan mis heridas con la saliva de la amistad y la sororidad. Amo, amo, amo. Amo tres veces ser mujer y a mis mujeres. (No es un anuncio de compresas).

Esta reflexión tan íntima la inspiró Claudia Ruiz y su vídeo inspirador sobre: 
CÓMO DISFRUTAR DE LA MENSTRUACIÓN Y CÓMO HACERLA MÁS ECOLÓGICA. CICLO MENSTRUAL || EPISODIO 5

Minirrelato: El sueño de Elva (IV)

Alfonsina Storni
Los iguales se encuentran y se reconocen, Elva corrió hacia el mar, le pareció escucharla rezando versos. Besos mezclados con  espuma y arena, va tras ella. El pecho castrado no arrastró el corazón de Alfonsina, que se entregó al agua salada de la madre más grande, buscando su lecho en el fondo. Justo allí donde el eco reverbera en catedrales sumergidas. Maestra de mujeres, piloto de nadie. Ella solo fue, se dio permiso de ser, y morir como mueren los grandes, como les da la gana. 

Elva continuaba mirando el mar bravo, creía verla entre las olas, murió con la bella muerte de los poetas, el suicidio con espuma y resaca. Para transformarse en un espíritu más que susurra palabras de libertad en cada exhalación.  ¿Acaso crees que morir ahogado en el mar es fácil? ¿Morir en un entorno que es la gran barriga? ¿Ahogarte en esa agua que nos recuerda el líquido primigenio que nos protegió de chicos? ¿Acaso crees que el suicidio es una cobardía? No Elva, es lo más fríamente calculado que he hecho, ni los versos más enrevesados me dedicaron tanta atención. Morir de pie antes que el cuerpo se pudra en vida. No hay poesía en la putrefacción consciente. 

Mi querida Elva, nos hemos conocido por casualidad y ya me cuentas tus inquietudes, mi biografía te inspira dices. Escribe la tuya, Elva. Y cuando despiertes mañana, recuerda que Alfonsina Storni no estaba enajenada, tan solo hablaba en otro idioma. Un lenguaje intenso y desde las entrañas, donde el drama se funde con la inspiración y se desnudan para amarse, para preñar hojas y cuadernos. ¿Una orgía literaria? Si tocas ese papel Elva, está latiendo aunque no lo sientas, aunque no lo sientas ...

9 feb 2020

Minirrelato: El sueño de Elva (III)

Jorge Rando
Elva se levanta un domingo más con la promesa de que son las últimas horas de descanso antes de volver a la vorágine semanal. Hoy no preparó café, sino un zumo de plátano, piña y chía. A ver si así alargaba la mañana para conjurar a los idus del descanso y el asueto. No quería escuchar sus voces internas, esas que la hacían entrar casi en un brote psicótico día tras día. Por mucho que las mandase callar ellas dominaban sus neuronas, y cabalgaban la ansiedad que la hacía desear un final no cristiano. Esta mañana respiró, no estaban y decidió escuchar música...

Norah Jones canta mientras el sonido del teclado de Elva intenta pasar desapercibido, como un piano a destiempo. El ritmo lento inspira caricias a las letras para que éstas se vuelvan dóciles y mansas, como pinceladas de pintor enamorado y satisfecho de besos y saliva. Artista que ya ve en el cuerpo desnudo un mundo por descubrir y no carne fresca para devorar. Pintar sin derecho de pernada.

Elva se siente acompañada al ritmo de la música, no sabe si ella o la melodía son las que teclean el ordenador. Intenta poner la mente en blanco y permitir que lo inconsciente se haga consciente, como rezaba Jung. Las alturas y las cimas más profundas ofrecen refugios, que al menos hoy no le interesan, tiene los pies llenos de llagas. Imaginando historias de finales llenos de algodón limpio, sin sangre. Un algodón de descanso y no sucio de poluciones y de urgencias.

 La música y la voz de Norah son conductor y carreta. Elva se deja llevar sin preguntar el destino, hasta que ve surcar una mariposa roja. No es un ser vivo, en los sueños los seres son dibujos en muchas dimensiones. Ahora recuerda que la vió en el Museo de Jorge Rando, una mariposa hecha de trazos ligeros y pintura roja como la sangre pero sin manchar, parece un bicho repugnante y bello a la vez, como los seres humanos, que a veces hay que buscarles el perfil bueno porque no se lo vemos.

Al bajarse del carro, Norah aligeró el caballo y siguió su camino, y la mariposa voló como sino fuera de lienzo, ni el vago recuerdo de una exposición visitada con prisa, Elva miró su teclado y solo vio letras...

12 ene 2020

Minirrelato: El sueño de Elva (II)


Elva se acuesta mientras se imagina así misma escribiendo en su diario...Fantasías y sueños, algunos reconfortantes y otros extraños. Le decimos a los dedos que escriban sin consultar a la mente, que cojan el camino de en medio y se pierdan en la abstracción. Que use las manos como los buscadores de oro.


Poco a poco se quita la ropa y se deshace en efervescencia en el río de la vida. Nada en el agua, pero no sacia su sed. Ve al resto de peces pero ella no es un pez. Los observa respirar líquido y comer al mismo tiempo. Parecen seres simples, pero no ha hablado con ellos para hacer juicios.

Se marcha de allí y continúa buscando a los seres oscuros de las cimas más profundas, cuando llega ve luz y se extraña. Son seres iridiscentes que iluminan las sombras. El mundo al revés pensó. Siguió nadando hasta que sintió que necesitaba respirar, sacó la cabeza y lloró al ver el mar lleno de cadáveres flotando en la superficie. ¿Dios, que ha pasado?

Eran cuerpos de soldados de barcos hundidos, eran cuerpos de migrantes que viajaban en frágiles
pateras, eran islas de plásticos y peces muertos por indigestión de objetos extraños. Elva empezó a llorar, gemir y gritar cada vez más alto, hasta que despertó...

6 ene 2020

Minirrelato: El sueño de Elva

Notó que el pecho relentecía su ritmo y caía en un profundo sopor. Elva se colocaba la sábana sobre la cara y abrazaba la almohada. El tacto de la tela fría la reconfortaba y daba gracias. Siempre agradecía al acostarse. Recordó una canción suave mientras y empezó a mecerse, como de niña. El día había sido insoportable, pero la cama nunca defraudaba. Era el refugio de la amazona- pensaba mientras caía en una ebria somnolencia. 

Rápidamente sintió que volaba, podía meterse incluso en el interior de los aparatos, sobrevoló los circuitos de una placa de radio o de televisión. Pasaba rasante, casi podía tocarlos, luego soñaba con vestidos de princesas, como la primera vez que leyó el libro de la Cenicienta y se enamoró de aquel dibujo.

En pleno vuelo, escuchó unas notas de piano y un coro de película, veía calles solitarias, podía ver las casas de sus vecinos desde lo alto. A veces miraba por las ventanas, para imaginarse como vivían. Esta vez el vuelo le recordaba que no podía caminar. No era un ángel, tan solo un ser anodino. No podía tocar el suelo, y se convirtió en observadora perpetua. No quería aquellas alas, pero tampoco las tenía. Tenía manos y pies pero no podía tocar ni caminar.

Elva voló alto y lloró por no poder andar. Tanto lloró que sus propios gemidos la despertaron y la almohada estaba húmeda. No era la primera vez que tenía ese sueño. Se bajó de la cama y andó unos pasos y echó de menos esa capacidad de correr detrás las nubes, poder nadar entre la luz del amanecer y el ocaso. Aún podía escuchar el sonido de las olas del mar de las playas. El olor del fuego de las montañas al tun tún de los tambores de los chamanes de madrugada. 

Sentía que de día era una simple actriz de reparto y de noche vivía la vida verdadera. Por eso quería dormir, dormir y dormir. Querría dormir despierta para aunar esas dos realidades. Tenía un cuaderno para anotar lo que veía, unas veces eran paisajes solitarios, lobos aullando a  la luna, o algún sonámbulo caminando solo. Solía vigilarlos por si se perdían y los regresaba a casa. Otras veces eran amantes de las estrellas y la naturaleza haciendo acampada. Nunca hablaba con nadie, se conformaba con mirar. Hablar nunca fue su fuerte ni despierta ni dormida, se conformó.

Una noche decidió grabarse con una cámara mientras dormía, y lo vio, observó como una Elva brillante, etérea se levantaba sin poner los pies en el suelo y luego volvía al amanecer. No se sentía la Wendy de Peter Pan, tan solo era la tránsfuga que vivía una vida mejor que la de ella. Decidió que ya era el momento de tomar cartas en el asunto. Preguntó a gurús y a místicas que le hablaron de unos viajes espirituales. Controlar algo que no se ve es complicado- pensaba Elva. Asistió a rituales de humo, tambores y fuego, bailó a pecho descubierto bajo la luna con las guardianas del conocimiento. Y aunque notaba la seguridad y el empoderamiento. Esa doble vida la tenía desconcertada y no le permitía echar raíces en ningún lugar, ni en el físico ni en el espiritual.

Sentía agotamiento y un fuego que la consumía en el interior. como si el sol fuera a hacer el mediodía en su pecho. Había días en las que no se sentía bendecida ni agradecida, sino todo lo contrario, en uno de esos días de hastío corrió hasta lo alto de una barranquera y miró al fondo. Miró al cielo, y por un segundo sintió que se hundía buscando la sima, hacia la oscuridad, donde apenas llegaba la luz del sol. Lo sentía en el movimiento de sus ropas y en el hielo de la brisa en su cara. ¿Había saltado?- dijo en voz alta y escuchó su eco. Abrió los ojos...

Minirrelato: Al estilo Ennio Morricone

Morricone Xilófono de entrada,  hace imaginar una bailarina, leve y ligera, pero pronto la banda sonora trae intriga al cuadro. El tutú se v...