16 may 2021

Minirrelato: El sueño de Elva (XV)

Fuente:Orson Welles. La Tercera
     

Hace mucho que Elva no coge las teclas del ordenador y escribe lo que terapéuticamente necesita sacar de su cabeza. Había exceso de información: una pandemia, ciudades silenciosas y coches de protección civil dando voces, desde sus megáfonos, advirtiendo que se quedaran en sus casas. Nadie en la calle, en un balcón cerrado por rejas y cristaleras una niña sentada en el suelo sacaba la cara de pena por entre las rejas marrones, como si su cara pudiera escapar e ir a jugar a la calle.

Negacionistas que negaban la gravedad de la pandemia, del uso de las mascarillas, de la eficacia de las vacunas, pero nadie negó la lista interminable de fallecidos que eran incinerados solos y en la distancia de sus seres queridos.

Que a pesar de que muchos negocios han superado el tsunami como unos campeones, otros han abierto y de los últimos, solo quedan conchas vacías. Ya vendrá otro cangrejo ermitaño y cambiará un local por otro. Por que si hay algo que hemos aprendido en pandemia es que mientras los bancos continúen concediendo hipotecas y créditos no se acabará el mundo. Las letras a veinticinco o treinta años son el motor que mueve la sangre de un mundo materialista, hijos del dios dinero, el patrimonio y las herencias. Todos queremos dejar algo a nuestros hijos y nos conformamos con  separar el plástico del papel y un pisito en el centro. Como padres hemos cumplido, ya le hemos dado sentido a nuestra vida.

Elva se rebela a estos futuros llenos de ideas retrógradas y del ladrillo. Que todo el mundo tenga su plato de comida, su sanidad pública, su casa y que sus hijos reciban la educación necesaria para ser mejores personas de lo que ellos fueron. Que el alumno supere al maestro, para que sean buenos maestros de otros.

Si le preguntas a Elva del por qué de este discurso tan panfletario, es porque a veces es mejor hablar de lo grande y dejar lo pequeño para otros momentos. También es cierto, que demasiadas cosas pequeñas calladas, engordan el silencio que cubre la realidad, ocultándola para el que le convenga.

Elva mira las noticias post estado de alarma, las playas están llenas, la hostelería tan castigada ve luz después del túnel, los viajes inter provinciales ya son posibles sin tener miedo a cruzar ningún telón de acero. Ella recuerda cuando se ponía los Epis como si fuera a operar a vida o muerte, y ahora ya  puede buscar el tankini, siii, tankini. Un bañador de dos piezas, que el que le puso ese nombre debería ir a la cárcel con cadena perpetua. Pero traje de baño al fin, para enseñar 'piernita' aunque no se ha erradicado ni de lejos la pandemia y siguen cayendo enfermos o fallecidos, aquí en nuestro país español o en el resto del mundo.

Aunque también es verdad, que con las gafas de sol, no se ven bien las fronteras de ningún país, así que aquí en la playa no pega hablar de eso. Hay que vivir, que la guerra silenciosa nos ha hecho confinarnos en nuestras casas, casi un año entero, sobre todo los mayores, que asustados, no pisaban la calle. Y estando en casa nos dimos cuenta de que teníamos que pintar, que hacer reformas. Si tuviéramos que volver a encerrarnos, ya tenemos sofás nuevos y muebles de cocina en condiciones. Hechos los deberes, deja que el protector solar salpique mi piel y me sienta sexy al sol. Con la mirada lasciva del que acaba de salir de la cárcel y ve 'carnita' por primera vez.

Elva, mira la pantalla con cara circunstancia, no sabe si es con cara de cínica o perpleja porque siendo real lo escrito, aún se queda corta. Si Orson Welles levantara la cabeza y viera el contexto de fin del mundo que hemos vivido, hasta él diría:

Fuente: La Tercera

"Damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca, tanto las observaciones científicas como la más palpable realidad nos obligan a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche en una zona rural de Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte"* ... Y han venido para quedarse.

Fuente: La Tercera

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