Foto: Fundación Manuel Alcántara |
Hace falta mucha sangre fría o mucho arte para descubrir la belleza que se esconde en el silencio. El punto suspensivo entre bala y bala. En una Málaga como la nuestra, la artillería pesada la ponen los cerrojazos a las empresas, los ERES masivos, los desahucios, la nevera vacía. La mirada torva de los desempleados que miran al suelo por si pueden aprovechar sus huellas y ver en qué recodo del camino lo perdieron todo.
En la playa de la Rincón de la Victoria, juega el poeta haciendo versos en la orilla, porque sabe que a las letras infantiles hay que enseñarlas a andar, y como dice Manuel: "Enseño a andar palabras de la mano" (Biografía). Ciertamente, hay que estar avezados para que las grafías no se vuelvan vasallas, no se vuelvan esclavas del sol que más calienta. Las palabras de los poetas realistas, del poeta de la calle, no son girasolescas. En todo caso, giralunas. Como explica Aute: "El Giralunas es un girasol disidente".
Algo de disidencia mental hace falta, aunque tengamos que sintetizarla en hashtags para no olvidar que: #conelpannosejuega; #gratisnotrabajo; #porquePublicohacefalta; #putasyperiodistas; #sinpreguntasnohaycobertura o #sinmiedo. Estas y muchas etiquetas, se pegan con la saliva digital de los que piensan que hay que hacer las preguntas que molestan a los poderosos. A los que siguen meciendo la cuna con la mano corrupta, pues el dinero de otros no cura la necrosis.
Estoy de acuerdo con el aullido del Lobo: "Ser giralunas no se aprende, es una cuestión de piel, una actitud". Tal vez, será por eso que el poeta nunca tiene la mirada perdida. Simplemente mira al horizonte sin pestañear, para ver desde donde sale la siguiente bala, porque de su trinchera no se mueve. Mientras susurra entre dientes: "Solo vale la pena luchar y vivir, por lo que se está dispuesto a morir".
Estoy de acuerdo con el aullido del Lobo: "Ser giralunas no se aprende, es una cuestión de piel, una actitud". Tal vez, será por eso que el poeta nunca tiene la mirada perdida. Simplemente mira al horizonte sin pestañear, para ver desde donde sale la siguiente bala, porque de su trinchera no se mueve. Mientras susurra entre dientes: "Solo vale la pena luchar y vivir, por lo que se está dispuesto a morir".
Dedicado a Manuel Alcántara, maestro de periodistas, escritores y poetas.