Hay demasiadas sombras y pocas bombillas. La humanidad es más vieja de lo que aparenta aunque se escude en la juventud de los XXI siglos que dice tener. Una juventud parda y arrugada, que exuda bótox y polución a partes iguales. Una sociedad de desequilibrios esperpénticos: anoréxicos de riqueza y bulímicos en la pobreza. Poderosos llenos de miserias y ataduras frente a los desheradados hijos de la tierra libres de hipotecas y cartas de embargo.
Valle Inclán jugaba con los espejos cóncavos y convexos buscando el lado ridículo de personajes cotidianos, pero no contó qué pasaría si uno de estos seres se miraba en uno: ¿se vería así mismo tal y como es?, ¿el espejo le devolvería un reflejo antagónico mostrándole lo que podría ser si quisiera aspirar al cambio?, o simplemente ¿se rompería?
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