hasta que aprendamos el idioma del viento.
Viento que es capaz de dibujar siluetas, valles y crestas.
Las fugaces palabras se vuelven transparentes
desde que escapan de los labios.
No hay huellas, no hay rastros.
Quiero ser viento, porque mi voz no se escucha,
quiero ser brisa para llegar más lejos.
Quiero ser arena para morir en el desierto,
allí dónde sólo la besa el viento.
Quiero ser piedra para no olvidar lo bueno,
quiero ser agua para horadar el silencio.
Deseo hablar mil idiomas para que no salgas corriendo.
Para que me entiendas cuando digo
que quizás ahora es el momento.
Para coger el diccionario y regalárselo al viento.
Para que entienda que los cambios empiezan por lo pequeño.
Pero si al pequeño lo destrozan los huracanes.
¿Qué esperanza le queda al viento?
¿Cómo espera entonces que los poetas canten su recuerdo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario