Tal vez porque el estrés mató a la musa por exceso de tareas. Es posible que al ser tan transparente conté todos mis secretos y como la hojarasca el viento se llevó las buenas e incluso las ideas mediocres.
Otra teoría es que las letras se rindieran ante algún poeta callejero y prefiriesen callar. También es plausible que algún vampiro literario absorbiese la esencia de mi cuerpo y cual exorcista sacara todo el arte que alguna vez hubo en mí.
Hoy me han hecho esta pregunta y solo pude decir que últimamente no estoy muy creativa. No sé, quizás me he dejado envolver por la telaraña de las necesidades primarias y he olvidado cultivar este pequeño jardín. Seguro que después de este ejercicio para desentumecer los dedos me quedarán agujetas en las neuronas. O tendré que pedir una musa de sustitución... jejeje
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