La vida es puro movimiento y cambio. El tiempo consigue que donde antes la fantasía y la vana imaginación te hacía ver cualidades de super-estrella a individuos tan corrientes como tú y como yo. Ahora la bendita de realidad te hace ver con detalle cada uno de sus defectos.

Sinceramente, el dineral que se gastan en anuncios publicitarios: radio, televisión o prensa. O incluso patrocinando festivales de cine o equipos deportivos no les lava la cara. Las decenas de oficinas de 'marketing' que se multiplican como hongos tienen el efecto de un rebaño de vacas: "Por donde ellas pasan no vuelve a crecer la hierba". Si se realizara una auditoría de calidad se darían cuenta que no por más estrujar la ubre a la vaca esta va a echar más leche.
La gente no es tonta, aunque la estrategia del asesor de calle sea, a veces, hacérselo creer. ¡Ay!..."Bella, bella, idiota" cantaba Marco Massini En un minuto un comercial te ha hecho creer que eres el único, el primero, el último, el especial. Todo está cuidadosamente estudiado, la sonrisa, el movimiento del pelo, la voz que atrapa tu atención. El comercial es el soldado raso de la maquinaria que escribe las directrices, los guiones.
La ética es una palabra absurda. Es un mundo de tiburones, de lobos y serpientes. Todo envuelto en un halo materialista caduco. Viven del recuerdo: de sueldos astronómicos que antes podían ganar, del Mercedes que tuvieron que vender. Pero, sienten que siguen formando parte de la maquinaria capitalista, que aún oxidada, no dejan de empujar.
"Cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da"... recita Jorge Drexler que habla de transformación. El I Ching habla de las mutaciones. La vida es evolutiva 'per sé'. Nos lo canten, nos lo rimen o nos lo diga el oráculo con su estilo oscurantista. Lo que hace falta es que los "number ones" se quiten la careta y se pongan al lado de los figurantes como uno más. Que dejen de ver el mundo de manera piramidal y guarden el embudo.
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