El rol que la mujer debe desempeñar en pleno siglo XXI es bastante complejo, se nos pide ser niñas perfectas, hermanas perfectas,madres perfectas, esposas perfectas. Y dentro de esa perfección, además, ser la perfecta sirvienta-camarera de sonrisa resplandeciente y dispuesta para todo. Facetas todas que se reflejan en un espejo deforme que solo devuelve un reflejo parcial, injusto y dañino de la mujer que se mira en él. La pena es que si una no se mira en ese espejo busca otros espejos, los ojos de otras mujeres.
A menudo, esas retinas también ya han sido deformadas, pues han utilizado trozos de ese cristal deforme para hacer las gafas con las que mirar la vida e intentar caminar con ellas.
El resultado de todo esto es que muchas caen por el camino, pues, esa rigidez no les permite tender la mano a otras y seguir. No nos hemos enterado aún que ayudando a otras nos ayudamos todas. Nos aislamos y en nuestro camino vamos tropezando con los cuerpos de las niñas/mujeres/ancianas víctimas de modelos caducos y rancios, que desean perpetuarse a través de la tradición.
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