- ¡Fujur!- se escuchó un grito desde el fondo del armario. ¿Cuándo se acaba esta historia?
- ¿Cuál historia? La del niño al que tres reyes fueron a ofrecerle oro, incienso y mirra.
- Ah, pues no sé, ¿porqué? -- contestó Fujur desde su cielo estrellado. El niño lleva un rato llorando porque lo que quiere es leche de camella y dátiles. Y los otros no se enteran. Pues, habrá que traducirles el mensaje. Ya se sabe que el lenguaje de los puros de corazón es difícil entender. Fujur, ese dragón alado de ojos grandes y gran corazón, atravesó el cielo a toda velocidad para que el cinismo de la materia gris no se tragara Fantasía.
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