Bajé a playa una vez más, porque ése mar al que tanto admiras, ese charco llamado Mediterráneo hoy se ha convertido en el confesor de las almas perdidas. Espíritus que bucean a mediodía, soñadores que no esconden la barriga cuando alardean de alguna batallita, mientras hablan en tono chulesco a la chica del bikini, que bajo la sombra de la torre Sacaba sigue echándose aceite en la piel de aceituna quemada.
Edificio Urb. Sacaba (Málaga) Autora: YSH |
La torre de Mónica, ya no tiene nombre. Ya no tiene alma, intenté buscarla y solo encontré plumas y excrementos de paloma. La torre pacífica, la que gritaba: "No a la guerra" , está acordonada. La han mandado a callar por indignada. Le han puesto una coraza de andamios, y andamiada mira la playa sin argumentos, pero pidiendo Misericordia.
Las olas siguen jugando, formando cúpulas y arabescos, borrando las huellas en la arena mojada. Las olas se ríen borrachas de espuma, rascándose en los espigones mientras los quitanatas simulan ser barcos en busca de peces nobles, y no los indignos emisarios de lo que alguna vez estuvo dentro.
Bajé a la playa, escuché sentada las confesiones ajenas, y una vez acabadas, me fui dejando a las olas lamiendo la arena y lavando plegarias.
2 comentarios:
Las olas dejan miles de lamentos y llantos en la arena, de todos aquellos caídos en aras de unas promesas diluidas.
Gracias Alfred, y bienvenido a este rinconcito. Un saludo :-)
Publicar un comentario