La quiero pequeña, con la erótica de las Lolitas. La quiero silenciosa, como las sombras a mediodía. Que no piense mucho, para que no se aleje del camastro y de la hoguera. La quiero tuerta, para que con su único ojo nunca vea puertas e ignore las ventanas. Se cortará de raíz o desde las rótulas cualquier extensión de sus miembros en desarrollo. Si en algún momento mostrara algún signo de rebeldía, el aislamiento, la ignorancia y el silencio son el mejor remedio. Con esta milenaria receta se crean los bonsais.
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2 comentarios:
Un poco cruel,pero cierto...
Pequeña y curvada,con hojas en su mínima expresión...
Bellísimo poema.
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