Pensamientos Diluidos |
el banco de madera junto a la farola, solo, insinuante,
te invita a subir y bailar a lo Fredd Aster.
Te reprimes, no sabes por qué.
Quizás para que no piensen que estás loco.
La música del móvil y la soledad transforman al más torpe
en cantante pasable en la intimidad.
Las sombras del paseo dibujan arabescos indescifrables.
La noche despliega su manto de lentejuelas.
Caminamos mirando nuestra sombra,
compartiendo cuitas y secretos.
No, no hablamos solos.
Hablamos con los recuerdos para ponerlos en orden.
Hablamos con las ideas para que no se seque el manantial.
De fondo el pitido del WhatsApp pone en alerta la curiosidad.
Seguimos caminando, el viento sopla, el banco y la farola coqueta quedaron atrás.
Delante la policía pasa haciendo la ronda,
miran sin mirar,
miran sin mirar,
vigilan sin vigilar. O todo lo contrario.
Cambia la música del reproductor del móvil
y con él nuestro sentido del humor.
Arriba, sin límites, apretando el paso. Estilo militar.
Medio, para descansar y coger aliento. Modo paseo.
Arriba, para llegar cuanto antes, que la meta no se vuelva inalcanzable.
El viento continúa bailando con las hojas de los árboles,
generoso te invita a dar unos pasos sueltos.
Para bailar pegados está la farola, no te confundas.
El banco harto de soportar posaderas,
nos mira alejarnos con tristeza,
pidiendo que alguien baile de noche mirando las estrellas.
Nosotros seguimos hablando,
no prestamos atención a los detalles.
Las luces navideñas, los carteles de neón,
el pitido insoportable de los grupos enviándose emoticones.
No hablamos, solo respiramos el frío aire contaminado.
Sintiendo que ese trayecto lo hemos hecho antes.
Ahora, vamos solos pero acompañados,
porque la soledad corpórea ya tiene rostro, piernas y torso.
Ya toma la réplica. No, no estamos locos.
Es la virtualización de la imaginación,
la digitalización de la realidad,
la digitalización de la realidad,
solo puedes verlo tú, dice la televisión.
Si lo dice ella será verdad.
Los sentimientos neologizados.
Los sentimientos neologizados.
Igual que la invitación del banco y de la farola para bailar.
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