Madame Macabre |
#Cuento1:
Cuando ruge el león, tiemblan las hienas. Cuando abre sus fauces no se
sabe si es de rabia o de dolor. Si el rey llora, la selva se inunda.
¿Qué hace el rey cuando el cielo se torna gris y sus viejos huesos se
quiebran en cada paso? ¿Qué hace el felino si sus ojos ya no ven? ¿si
confunden la presa con el amigo? Entonces el león sabe que es hora de
irse y desaparecer. Marcharse allí donde mueren los elefantes. Los
huesos se confunden con otros huesos y no hay abolengo. Un león sabe
cuando es hora de marcharse.
#Cuento2:
Cuando llega el invierno, la muerte se recrea en la naturaleza creando
belleza en la destrucción misma. Muchos temen ese estado que sobreviene
sin previo aviso, aunque se hagan estimaciones. Al luto le puedes poner
el color que quieras, es tan subjetivo como la manera en que lo vives.
No ha muerto nadie y se siente la muerte a la vera, el espíritu se
resquebraja de forma invisible, pero perceptible para las almas
sensibles. Cuando ves que has iniciado el proceso
de demolición controlada, solo puedes esperar que los cimientos
correspondan con los planos, para saber dónde estaban los muros de carga
y reciclar la construcción. Este proceso nunca se acaba, morimos cada
noche y nacemos cada día, cada mañana estamos más muertos que la pasada.
Este proceso es inversamente proporcional a la luz que pueden soportar
tus ojos. Morir no es fácil, aunque lo parezca, vivir muriendo y morir
viviendo, hacer obras mientras te cae el chambao encima, es complicado.
Dicen que cuando relatas un hecho es conocimiento, si lo vives es
sabiduría. No lo sé, ya no duele nada al atardecer, solo hace frío. Que
lo definan otros...
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