
Se me caen los dientes de inanición.
No es porque no haya comida,
pero la que hay no es buena.
Está cruda,
llena de nervios
y tumores.
Carne envenenada por tratamientos absurdos
y materialistas.
Carne podrida del humo tóxico
de sus propias palabras y acciones.
Seres crudos que no caben en ninguna mesa.
Amigos de la carne corrupta
y que no entienden que las brasas le darán el punto.
Carne cruda y escorbútica,
disimulada con malas verduras.
Carne cruda incapaz de quitar el hambre
o que inspira volverse vegano.
Carne cruda como insulto,
como acepción vejatoria.
En la mesa de los grandes
no entra cualquier carne.
Carne débil,
sin sabor,
sin salud.
Carne cruda,
como la del amigo que no crece,
aunque el fuego de la forja
o del hogar levante vuelo.
Carne insuficiente,
insulsa y agotada.
Como carnívora me abstengo de seguir probando
lomos y carrilladas sin nombre ni apellido.
No quiero carne cruda.
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