La economía del lenguaje es una característica de la evolución del idioma, pero, ahora resumir está de moda. Primero, fue el lenguaje SMS, donde las vocales eran casi inexistentes. Su equivalente virtual se encuentra en las redes sociales, transmitir información en 140 letras o a través de enlaces indescifrables.
Esas recomendaciones transportan a páginas o blogs que nunca se habrían visitado sin esa recomendación instantánea. Algo así como la telegrafía con traje plateado está transformando hábitos y creando nuevos vocabularios.
El auge de las redes sociales va en aumento, un ejemplo es Twitter que permite seguir a cualquiera que tenga cuenta o a sus seguidores. Obama, Alejandro Sanz, Arturo Pérez Reverte e incluso Rupert Murdock, todos tienes un perfil público. Unos más activos que otros, pero en su afán de comunicar, comparten con los demás si están en un parque, si escuchan un nuevo disco o retransmiten el mundial de fútbol defendiendo cada uno lo suyo.
Pero, esta revolución va más allá del seguir por seguir, pues, desde plataformas como Twitter se dan a conocer cantantes, como el malagueño Pablo Alborán, se crean Twit-reportajes con trozos de informaciones, twit-canciones formadas por frases inconexas o twit-películas que esperan vídeos caseros para crear una obra fílmica para recaudar fondos a Onges. Antiguos géneros pasados por las manos del público que los reenvían a sus seguidores o al mundo Tweet.
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