Refugiado tras la mirada del gatopardo,
buscando el eco de los silencios,
buscando huellas en la arena,
huellas que el mar borra sin dejar rastro.
Liberando mariposas para que vuelen libres,
coleccionando imágenes para proteger la memoria,
profundizando en la tierra buscando firmeza, sí,
pero, alzando la copa buscando el sol,
para que las semillas atestiguen la grandeza de la tierra,
del agua, del sol, del oxígeno.
Árbol firme, silencioso y humilde
que ofrece a los poetas la sombra de sus ramas,
para que bajo ese sol, al contacto con ese aire,
el amante pueda confundirse con el medio
y prestar su boca para que ella hable,
prestar sus manos para que ella escriba.
El poeta se vuelve transparente como el aire,
se transmuta como el agua.
Pero, cuando termina, cuando acaba sus manos son suyas,
su boca se cierra y él camina entre los muertos.
Para vivificar su espíritu, el poeta, busca el océano.
Fuente inagotable de inspiración y conocimiento,
agua salada que no se bebe,
agua maravillosa de perlas ocultas.
Aunque el poeta es hombre de tierra,
el mar es su bandera.
Autora:YSH
25 sept 2010
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