No nos callamos, no nos autocensuramos. Somos simples nodos que transmiten información, pero esa función tiene aún más sentido si con nuestro granito de arena podemos apoyar iniciativas que ayuden a transformar a este gigante enloquecido. Esta humanidad que alberga innumerables ejemplos de atentados contra la dignidad y el respeto. Aquí se escucha y se repite el nombre de Yoani Sánchez, testigo presencial y protagonista de esa falta de LIBERTAD.
"Son las dos de la tarde en el Departamento de Inmigración y Extranjería (DIE) de la calle 17 entre J y K. Decenas de personas aguardan por un permiso de salida del país, esa autorización de viaje que han dado en llamar “tarjeta blanca”, aunque mejor sería decirle “el salvoconducto”, “la carta de libertad” o “la orden de excarcelación”. Las paredes están descascaradas y un anuncio de “cuidado, peligro de derrumbe” se muestra a un costado de la enorme casona de El Vedado. Varias mujeres –que ya han olvidado sonreír y ser amables– visten sus uniformes militares y le advierten al público que debe esperar disciplinadamente. De vez en cuando gritan un nombre y el convocado regresa unos minutos después con el rostro jubiloso o con un puchero contenido." Lee texto completo en Generación Y
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