La mañana se ha despertado ruidosa, malhumorada, no desea compañía tan temprano. Abre los ojos porque el impertinente sol madruga cada día, rutinario y cuadriculado.
Una vez desperezada mira a su alrededor y ve almas, algunas con el aura más oscura otros más clara, pero todos antiguos ángeles.
Muchos no tienen memoria, no recuerdan que alguna vez tuvieron alas y surcaban los cielos y la tierra rozándola peligrosamente. No tenían miedo. En cambio otros, sí son conscientes de esas arrancadas alas y buscan en el suelo las plumas perdidas que el ladino viento se llevó, arrastrando así cualquier esperanza de ser libre.
Muchos no tienen memoria, no recuerdan que alguna vez tuvieron alas y surcaban los cielos y la tierra rozándola peligrosamente. No tenían miedo. En cambio otros, sí son conscientes de esas arrancadas alas y buscan en el suelo las plumas perdidas que el ladino viento se llevó, arrastrando así cualquier esperanza de ser libre.
La mañana deja de observarlos y continúa su labor de añadir un día a sus historias, un recuerdo en sus memorias, un olvido en sus despistes y cómo no, les resta otra jornada hacia la muerte.
YSH
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