El conductor del autobús dice que está obligado por ley, incluso ha recibido una notificación para recordarle que trabaja ese día aunque teme los piquetes. Unos pasajeros le contestan que secundarán la huelga con el pensamiento pero no lo harán de facto porque el pellizco en la nómina hace mucha pupa en los tiempos que corren.
Dicen que después del corazón, el bolsillo es el otro órgano que duele horrores cuando se rompe. Así que serán muchos los creyentes no practicantes, pero, ¿alguien se lo puede echar en cara?
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