
Y parece ser que esta profesión está influyendo en mi carácter. Para bien y para mal. Después de hablar con miles de personas, de sentarte en su salón para que persuasiva o agresivamente desee mi producto. Sin darme cuenta las reglas del juego afectan a mi vida personal.
Inconscientemente deseo que la gente reaccione por impulso, que sienta la sensación de urgencia de que lo que le ofrezco es lo mejor de mí y que el otro sienta miedo a perder la ocasión. ¡Ala! Ahí te queda eso.
Por supuesto, que mi pragmatismo y las ganas de simplificar no siempre son bien entendidos. Quiero cambiar las reglas y buscar alguna que sea dinámica y aligere el camino. Siento que voy con retraso. Pero el caballo de la paciencia está desbocado. Azuzado por el gallo de la impaciencia gritando: simplifica, simplifica. Ainsss......
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