El calambre primero,
mezcla de tirón y desasosiego.
Ha sido sustituido con el tiempo,
en palabras, versos y papeles mojados.
Húmedos de la condensación de los cristales viciados.
Condensación del sudor de los pensamientos ansiosos.
El wassap no puede destilar el sudor sexual de los amantes.
Seres virtuales e imaginarios decorados con imágenes errantes.
Imágenes que en el ciberespacio ya se tocaron
y tocaron la virtualidad.
Sexo a ras de fibra,
allí yació el poeta.
Tras el sexo-clic,
la ilusión del primer día,
a cero grados ha bajado.
A los seres de piel,
el tiempo y la distancia,
ya les aproxima,
y los aproxima en el espacio.
Uno buscador de Melibeas,
mujeres feas y bellas,
condenadas al olvido.
Otra buscadora de juglares susurradores letras,
detrás de las cristaleras azules de sus ojos de mar.
Mar que no conoce de corrientes,
Ni su profundidad.
Muso divino y maldito,
que inspira cielos sin celibato,
que inspira infiernos sin arrebatos.
La tensión de la curiosidad
que dibujó con erotismo y pulso grotesco.
La tensión que amilana y espabila.
Horas quedan para el encuentro
de un poeta con un contador de cuentos.
¿Alquimia o mera destilación de humores?
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