5 jun 2021

Minirrelatos: El sueño de Elva (XVII)

Reina de corazones


Los antiguos ricos y poderosos no fueron los únicos en inmortalizarse perfectos, lustrosos y usando el 'modo belleza' del pincel y el buen hacer del pintor de turno. No nos soportamos, ni a propios ni a extraños porque estamos hechos de cristales rotos... Elva se giró, mientras pensaba mirando al techo, como si allí estuviera la otra cámara que atrapara su esencia, desde el filtro número cinco del móvil, para que quede natural, no hay que exagerar.

Allí donde los cristales de tu cuerpo tienen contacto a diario con otros, se vuelven romos y no cortan, pero desde que la mano acaricia otras fronteras, sale ensangrentada como si hubiera tocado una cadena de espinas. Cristales, espinas, cuchillos, filos cortantes todos. Las relaciones humanas están hechas de sangre fresca y cicatrices de varios puntos de sutura. Nos pasamos la vida poniendo cinta de carrocero en las heridas. Nos dicen que somos iguales, que estamos hechos para ser sociales, gregarios, pero la salida al dolor es la risa, la broma, el esperpento, la caricatura.

Como caricaturas, así nos pintaron Valle Inclán y Galdós, entre otros, de hecho es la manera más amable de vernos unos a otros, a través del sentido del humor. Una sociedad que se pone maxi vestidos para esconder los zancos con los que apenas sabe caminar. O que esconde debajo a la Reina de Corazones. Falsedades que convienen para facilitar eso que llaman la convivencia cordial o diplomacia aplicada. Como la barba, que los vuelve más varoniles, fuertes, invencibles, espartanos, sexys y paternales. Hasta que se la quitan, y ves la cara de niño o el individuo gris que se escondía bajo el atrezo y el maquillaje que el Marketing definiría como los hombres fuertes de la New Age. 

Ambos, hombres y mujeres están atrapados por las filias y las fobias del paso del tiempo y pulen sus cuerpos, lo que el cristal dé de sí. Aunque se rompa. Ya surgirá una obra maestra, es lo que queda. Mujeres que como Elva se miran y remiran desde el otro lado del espejo de Alicia, porque ese lado favorece más. Y más si levantas el móvil y tomas un plano en picado destacando los ojos de gata. 

Se miró en el espejo, hoy no vio su rostro pálido y lleno de imperfecciones. Al contrario, vio una máscara perfecta. Por fin, el maquillaje base y el brillo han hecho el milagro, pensó. Soy como la que que sale en el 'selfie', se repetía feliz. Pronto recordó que los seres de cristal, en realidad son hijos de la arena y pueden reconstruirse a gusto, da igual que sea una belleza real, ficticia, una máscara o un esperpento. La Reina de corazones siempre cortará cabezas.

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