Alcazaba, Málaga. Foto: YSH |
Para no despertarla, procuraba no moverse, admirado de lo hermosa que estaba cuando dormía. A veces las preocupaciones le robaban el sueño. No podía dormir... Así que se quedaba horas y horas observando cada uno de sus gestos:
- Hasta dormida no para de hablar y gesticular - pensó. Él envidiaba esa capacidad suya para dormirse tan rápido. Pasara lo que pasara.
- Vamos que la 'tía ésta' solo tiene que poner la cabeza en la almohada y cae 'frita' ¡'Joé', qué suerte tiene! - Pensaba a oscuras.
Ella remolonea buscando, quizás, otra postura... Como buscando la proximidad de los sueños...
XII. Inquietudes. 22/11/00
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