que no greguerías.
Iba el liberto,
preguntando en las estaciones.
Simplemente para que el sonido contrastara
con las inquietudes que generaba la incertidumbre.
Saberse ciudadano virtual
en un mundo tangible.
Desorienta, ¡mire usted!
El liberto se siente libre de sus cadenas,
aunque aún nota su peso en las extremidades .
El liberto se sabe libre de sus cadenas,
pagando en sangre su propia libertad.
El liberto entiende que las prisas
no rompen eslabones ajenos.
El liberto comprende que si debe esperar,
al menos, no debe estar quieto.
Para no perder la dinámica del movimiento.
Haciendo gargarismos,
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