He aquí un joven durmiente,
que zarandeado por un mal sueño,
se levantó de su lecho.
Incapaz ya de dormir
y sintiendo que se ahogaba,
buscó con anhelo el beso fresco del sereno.
Reanimado
y algo más tranquilo,
quedó maravillado de
¡lo hermosa que era la noche!
de su tenue luz,
de sus insinuantes sombras,
de las distancias infinitas,
de las estrellas tan cercanas
de pronto
una embriagadora euforia
se apoderó del alma del muchacho
impeliéndole a gritar
exaltando todo lo bello
que percibían sus excitados sentidos
consumida la mente
por el fuego de sus pensamientos
prendió su cuerpo
en las candentes llamas
consumidas por el irrefrenable deseo de ser libre.
Abandonando su cuarto
dejando su casa
alejándose de su aldea
emprendió su alocada carrera.
En busca de algo
que no podía definir,
pero que debía encontrar.
Su mente convirtió
ese pensamiento en necesidad.
Así,
el joven durmiente se transformó en buscador.
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