16 feb 2020

Minirrelato: El carnicero


Allí estaba Roxanne en la sección de frutería cogiendo lo necesario para la semana. Era su propósito para la nueva década: comer sano, caminar más y lo del gimnasio todavía estaba en negociaciones. Ya iba más a la peluquería y se pintaba las uñas de colores atrevidos. Aún se salía por fuera, por la falta de práctica, pero no se agobiaba, fregando los platos se quedaban niqueladas. 

Pequeños trucos de solterona pobretona pero con mucha moral y fe en que el empoderamiento venía en camino. Lo notaba, más vale tarde que nunca - Se repetía a menudo frente al espejo. Aunque no le quedaba muy claro si la autoestima venía primero y el empoderamiento después, pero da igual, el azul eléctrico de sus uñas le daba subidón. Seguro que el camino es por ahí - se decía a cada rato cuando su cuerpo reaccionaba positivamente ante una duda o entuerto.

Esa mañana concentrada en los calabacines y las peras conferencia se sintió observada, el único varón del super en aquel momento era el carnicero, y podía escucharlo pavonearse con su nutrido público de mujeres que coqueteaban y se retaban en ser más pícaras que él. 

Carnicero: Llévese estas lagrimitas de pollo que las preparamos mi mujer y yo, porque de tan mal que lo hice se puso a llorar de la pena.
Coro de mujeres (invisibles para Roxanne desde su ángulo, pero perfectamente audibles): Mira a ver hombre que si tan mal lo hiciste no nos las llevamos, que nos caen mal. (Risas)
Carnicero: (Suspira) Ay lo que yo haría con una mujer esta noche...
Coro de picaronas:  Ayyy muchas cosas, ¿verdad mozuelo?
Carnicero: Pues, mire usted, ver una serie de Netflix, y después...
Coro de picaronas: Después lo que no hiciste primero, ¿no?
Carnicero: Pues, ver otra serie de Netflix... (Risas)

Roxanne, pasó del coqueteo en plural y se centró en su lista de la compra. De repente, es abordada por el carnicero que se le planta delante y le dice que hay unas fresas buenísimas a buen precio, justo en el pasillo central. Ella patidifusa, contestaba en monosílabos y algo de que el kilo estaba a 5,99€, cosa que hizo que se le cortara a él un poco el rollo y le insistió en las fresas.

Semejante abordaje inesperado volvió a Roxanne un pato mareado, ya no tenía lista, solo la urgente necesidad de comprar fresas. Se dejó caer descuidadamente por el pasillo central y allí estaban, fresas empaquetadas en forma de corazón. Compró dos paquetes suspirando, corrió a casa y se las comió con fruición, eran la fresas más dulces que nunca había probado, quiso más.

Se levantó al día siguiente con la intención de volver, quería sus besos de fresa. Pero al llegar al supermercado, algo había cambiado, era el día libre del carnicero y se vendieron todas las fresas, hasta las caras. Roxanne miró el lugar vacío donde estuvo el stand lleno de corazones. Suspiró y se sintió una más...

2 comentarios:

Schere dijo...

Me encanta ! Simplemente es perfecto

Yeiza Sarmiento dijo...

Muchas gracias Schere, eres un amor. Gracias por compartir tu tiempo conmigo

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