18 jun 2012

La sombrilla, reflexiones: Fregando con el tanga de leopardo

Valores universales: igualdad hombre, mujer, respetoYo friego, tú friegas, él/ella friega, nosotr@s fregam@s... Así se conjuga el verbo fregar y por ningún lado dice que sea una acción solo de chicas. Esto que parece una obviedad, no lo es tanto.



En la cafetería. Al entrar, sin apenas darme tiempo de llegar a las taquillas a dejar el bolso. Dos de mis compañeros varones se me acercaron. Y me dice uno de ellos:

-Yeiza, te tenemos que pedir un favor. Que esta noche nos ayudes a fregar la terraza porque ayer lo hicimos mal. Como 'eres mujer' y tienes más experiencia que 'nosotros' limpiando pedimos tu ayuda.

Abrí los ojos como 'platos' al escuchar eso de: "Como eres mujer". Así que les dije:

- Vamos a ver: Hay que usar agua caliente, con una medida de quitagrasas y otra de fregasuelos. Mojarlo y repasarlo bien. Dos o tres veces si es necesario. Además, es muy importante cambiar el agua antes de que parezca 'gasóleo'.

Ellos escuchan la explicación, pero no se quedan muy convencidos. E insisten:

- Te pedimos que nos ayudes 'fregando'. Tú tienes más experiencia. Ya se sabe que las 'mujeres' limpiáis mejor.

No daba crédito a lo que estaba oyendo y respondo:

- Pero, ¿qué dices 'chaval'? Te ayudaré como compañera. Porque cuanto antes terminemos, antes nos vamos 'pa'la' casa.   No tiene nada que ver el que sea mujer u hombre para fregar bien el suelo. Yo también he tenido que aprender y me he llevado 'regañinas' por hacer 'fullerías'.

El muchacho 'erre que erre',  seguía insistiendo. Hasta que les dije en tono irónico:

- Pero hombre, ¿tú no sabes lo sexys que os ponéis los tíos cuando os 'arremangáis' para limpiar?

Los dos me miran estupefactos. Uno de ellos, se 'mosquea':

- Te has pasado 'tía', ¿me has dicho que no soy sexy?
- No he dicho nada de eso. Simplemente, he dicho que el aumento del sexapeal masculino es proporcional al esfuerzo que haga en hacer bien las labores de limpieza. No quería faltar a nadie. Solo lo dije para motivaros.

De nuevo, cruce de miradas. El 'preguntón' sigue replicando:

- Pues, a mi no me ha gustado nada tu técnica de motivación.

El otro, rápido en reflejos añade:

- Mira Yeiza, como no sé si vamos a poder mejorar la técnica de limpieza. Mañana me traigo el 'tanga de leopardo'.

Me río ante la 'conversación de besugos' que estábamos teniendo y les digo:

- Haciendo las cosas bien, no hay tanga de leopardo que valga.

Callo y me meto en la cocina a comenzar mi labor. Ante lo ocurrido, no me mosqueo, pero me da la risa durante un buen rato. Pasa la tarde sin incidencias. Aunque todavía no han empezado las vacaciones oficialmente, ya se  respira el ambiente veraniego. La gente se relaja con los horarios, sale  a cenar más tarde, sobre las diez y media u once de la noche llegan las primeras mesas y las prisas. 

Llegado el cierre,  no se vuelve a tocar el tema de quién friega mejor el suelo, si hombres o mujeres. Mientras termino mi parte de la barra y el salón, los dos camareros limpian la terraza, levantando sillas, mojando y secando. De vez en cuando se miran en silencio. Al terminar, se dicen el uno a otro entre risas: 

- Parece que te veo más sexy.

- Sí, y no os ha hecho falta 'el tanga de leopardo'- agrego sumándome en carcajadas. Nos reímos juntos y bajamos la persiana.


16 jun 2012

La sombrilla, reflexiones: La niña de Rajoy es costurera

Soy de la generación Disney, esa que nos vendía la moto de que si una damisela en apuros gritaba pidiendo ayuda. Al escucharla venía un apuesto príncipe que se crecía ante la adversidad y la rescataba. La situación crítica se solucionaba, se restablecía la paz y la felicidad inundaba el mundo entero con música de violines y el eco de los besos.

Aunque la programación infantil haya dejado su huella impresa en nuestra memoria histórica, el paso del tiempo rompe las construcciones o representaciones de la realidad fruto de la imaginación de otros. Ahora, la versión que nos ofrecen los medios es la de una España-damisela endeudada hasta los ojos, mal mirada en Europa y apestada por los activos tóxicos. Una España donde la palabra "rescate" hace que se nos haga un nudo en la garganta, porque no la rescatan a ella sino a los bancos.

España se siente segundona. Ella que con sus aires de grandeza dedicó sus desvelos y concentración de recursos al vil barro. Las construcciones de ladrillo pagadas con el sudor de la frente se transforman a pasos agigantados en nichos de lujo. "Polvo eres y en polvo te convertirás".  Pero no te preocupes, mi querida España, los pisos-nicho cuentan con todas las comodidades para que en la estancia no te sientas como un muerto-vivo.

Las torres de  pisos-colmena o los latifundios convertidos en huertos de chalets donde los nuevos ricos podían hacer barbacoas mientras sus niños jugaban al pádel, o tragaban cloro en la piscina unifamiliar. Todo eso era para que no sintieras que con tu sangre nutrías la hipoteca que heredarán los hijos de tus hijos.  España llora porque no quiere ser Españistán.

España llora porque no puede estudiar, porque algún día, fue esa niña a la que su padre contaba cuentos imaginando su futuro: "Quiero que (la niña) sea un heraldo de la libertad, de la tolerancia y de los derechos humanos, porque habrá crecido en libertad, y no tendrá miedo a las ideas de los demás, y habrá aprendido a respetar a todos los que respetan la ley. Quiero que sienta un hondo orgullo por ser española, por pertenecer a esa nación tan vieja, tan admirable que le habrá ofrecido las mejores oportunidades, pero que habrá sabido ser exigente con ella para convertirla en una mujer madura y responsable". (Extracto del primer discurso de Rajoy en 1993).

España llora, porque ya no es ninguna niña y es consciente de sus errores. España sangra, pero no puede ir a urgencias porque el copago y los recortes hacen de las heridas un artículo de lujo. España llora porque estudiar es una aventura solo apta para grandes bolsillos. España llora porque no quieren que la rescaten Mefistófoles vestidos de falsos héroes, los hombres de negro. España no quiere cuentos. Necesita soluciones, no tijeras que destrocen el futuro de las nuevas generaciones.

La niña dulce de los cuentos se transforma en la chica de la curva. Las bestias no se convierten en príncipes encantadores, sino en sapos pestilentes. El eco de los tijeretazos suenan, mientras de fondo una voz infantil canta con inocencia: "La niña de Rajoy es costurera, porque nos recorta el médico y la escuela".


Minirrelato: Al estilo Ennio Morricone

Morricone Xilófono de entrada,  hace imaginar una bailarina, leve y ligera, pero pronto la banda sonora trae intriga al cuadro. El tutú se v...