21 ago 2015

Minirrelato: La iniciación. Retomando los poderes

El sol era de justicia, pero andaba desnuda sobre la arena. Aun sentía el calor del ritual de iniciación realizado la noche anterior. Se recordaba vestida de blanco, introduciéndose en un círculo de fuego, al ritmo de los tambores, cuyo sonido se acompasaba con el corazón salvaje de ella domándolo y guiándolo hacia el siguiente paso. 

Nada estaba escrito, simplemente los tambores marcaban la ceremonia. Ella empezó a girar en el círculo de fuego y le fue estorbando la ropa. Continuó bailando desnuda hasta que sus brazos se llenaron de plumas, su cuerpo esbelto se fue ciñendo a la nueva vestidura. Sin saber cómo se había transformado en águila y volaba como si nunca hubiese dejado de hacerlo. Se tomó el placer de posarse en el cable de un poste de teléfono y desde la distancia observar la luna y a aquel coro que continuaba en trance al son del latido universal de la Tierra.

La música seguía el recorrido, tenía que continuar, alzó el vuelo y encontró una cascada. Sin saber muy bien por qué, se lanzó hacia el agua, sumergiéndose. Transformándose en barro. Entre tanta oscuridad no recuerda qué animal hizo esa parte del trayecto. Quedó maravillada con las entrañas de la Tierra, y la luz que alberga en ella. 

Cuando volvió en sí, estaba fuera de una cueva y se había transformado en lobo. Sintió un cuerpo fuerte y preparado para correr, subió hasta lo alto de una loma a mirar la luna llena. Pero no sintió el deseo de aullarle rindiéndole homenaje. Simplemente calló, y continuó escuchando el tamtam director. Era el momento de volver. Corrió hasta el círculo de fuego y allí se desmayó. 

Al día siguiente estaba sola, desnuda. No le apetecía vestirse, se limitó a andar sintiendo la arena caliente bajo sus pies e intentando asimilar, quién era y quién iba a ser a partir de ahora. Había descubierto a su maestra interior, a su sanadora. Descendiente de la Madre Tierra, otra alumna más que había aceptado sus poderes. Sin nombre, sin ropa, sin comida, sin pasado, solo tenía el ahora. Su poder residía en la consciencia del presente. Y la libertad descubierta en ella.

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