9 ago 2012

La sombrilla, reflexiones de verano: Culos de botella

Llegó agosto. El mes del fuego y los leones. Mes de las ferias por antonomasia. A ritmo de sevillana y  de Pitbull, caen botellas y botellas espirituosas de mil colores . Este es un buen verano para los mirones. Todas las niñas, y las no tan niñas, se han sumado a la moda del culotte, enseñando culo gratis. Dicen que los ojos son críos, así que para subir la moral de la tropa en tiempo de crisis nada mejor que el culto a la nalga.

Este no es un verano cualquiera, no hay serpientes de verano, todo es importante. Aunque, el suelo está resbaladizo, sino que se lo digan a los funcionarios fijos que ya escuchan los tambores de los ERES retumbando en el horizonte.

Hablo mucho con la gente, pero todos - al menos en mi entorno - están tristes, nadie hace planes de futuro a largo plazo. No se sabe hasta que profundidad seguirá cavando la pala de la recesión económica. El otro día una de las cocineras que viene como extra los fines de semana me decía: "Mi marido trabajaba en la construcción, y ya lleva tres años parado. Aunque esto termine, ¿quién lo va a contratar con 50 años? Esta crisis va a dejar daños difíciles de arreglar. Ya me veo con el bastón en la mano corriendo por la cocina desde el fregadero hasta  la plancha".

Málaga es compleja, pero se distinguen perfectamente dos estratos sociales, los pobres sin ilusión en el futuro. Y los ricos, a los que el futuro se las trae al pairo, porque su presente es excelente. La falta de liquidez a fin de mes se entrecruza con los escaparates llenos de relojes a 360 euros. Los peces del Muelle Uno se esconden bajo los yates, mientras los dueños rubios y tostados por el sol, miran a través de sus gafas oscuras a los que pasean mirándolos con envidia.

No sufras malagueño, siempre nos quedarán los paseos a 8 euros en los barcos de alquiler, para ver la ciudad desde lejos. Aunque, la pobre, tiene el fondo turbio y no se ven los peces en alta mar. La visión de una Málaga escoltada por las tres torres, es impresionante. Los restos de una ciudad industrial, que ya no tiene industria, y se ha especializado en el servir. Bares, restaurantes, heladerías, confiterías.... Lo viejo y lo nuevo conviven, quizás como símbolo de que todo pasa. Como los amores caducos, hasta el jeque le ha pedido el divorcio...

Este es el tercer verano que trabajo en la cocina y si el primero fue el "verano del solomillo",  y el segundo fue el del "bocadillo", éste ya es el del "chupito". ¿Cambio de hábitos en la dieta mediterránea? Bueno, por lo menos a la botella se le ve el fondo.

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