12 nov 2012

Instantáneas: La transparencia de la Alcazaba

Amor hay a espuertas. ¿Sí? Pues, ¿dime dónde?
Málaga es el vergel de Jazmín.
¿Orgullo? No hay resquicio alguno.
¿Responsabilidad? Toda la del mundo.


A los pies de la Alcazaba. Málaga. Foto: YSH

Hace tiempo, no lo recuerdo exactamente, paseando por los alrededores de la Alcazaba, me sentí observada. Giré la mirada y me pareció ver un niño moreno mirando por una de las ventanas. Quizás sería un fantasma o un reflejo. Nunca lo sabré. Solo sé que sentí miedo por él, pues recordé otras torres donde se encerraban a las princesas para resguardarlas de sí mismas. 

Nunca he podido quitármelo de la cabeza. De hecho, siempre vuelvo. Miro desde abajo, junto a la barandilla del teatro romano que se sitúa a los pies de su falda. Actualmente, no hay gladiadores luchando en el albero, ni leones que se coman a las almas cándidas. Tan solo hay silencio, risas, y el flash de las cámaras de los móviles.

Esas máquinas que roban el alma, y hacen que tu imagen se vuelva inmortal, no han sido capaces de atrapar a ese niño. Nadie lo ha visto. Reconozco que me quita el sueño, la verdad. 

El pasado jueves por la mañana había un malabarista,  justo en el sitio en que suelo sentarme. Esa instantánea me pareció perfecta. Preciosa, reconfortante. Rápidamente, pensé en aquel niño, que miraba hacia abajo buscando algo. Durante un segundo, me alegré por él. De hecho me dio paz interior, me tranquilizó.

Ése artista era el 'otro' ejemplo que podía ofrecerle la creatividad a aquel niño invisible. La alternativa  al lema de: "A Dios rogando y con la maza dando". Las mazas lanzadas al cielo con el arte y sabiduría necesarios para dibujar círculos en el aire. 

Esta idílica,  bucólica y romántica secuencia se me vino abajo.  Porque durante el transcurso del tiempo que tardé en activar la cámara de mi móvil,  un guarda de seguridad lo regañó para que se apartara de allí. No fuera a ser que alguna de las mazas cayera al otro lado de la barandilla y dañara las viejas piedras.

El artista se enfadó y haciendo aspavientos corrió a sentarse en uno de los bancos, junto a los abuelos. Lo miré atónita porque no entendí la situación.  ¿Por qué pararon a aquel artista? ¿Es que nadie se ha dado cuenta que arriba hay un niño atrapado en el tiempo cuya alma se regocija con ver jugar a los demás?

Ay... Suspiré y me salió del alma una pregunta:  ¿En qué estarán pensando las musas que han quitado la vista del hogar? 

Buenas noches xxxoooxxx :-)




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