
"Son las dos de la tarde en el Departamento de Inmigración y Extranjería (DIE) de la calle 17 entre J y K. Decenas de personas aguardan por un permiso de salida del país, esa autorización de viaje que han dado en llamar “tarjeta blanca”, aunque mejor sería decirle “el salvoconducto”, “la carta de libertad” o “la orden de excarcelación”. Las paredes están descascaradas y un anuncio de “cuidado, peligro de derrumbe” se muestra a un costado de la enorme casona de El Vedado. Varias mujeres –que ya han olvidado sonreír y ser amables– visten sus uniformes militares y le advierten al público que debe esperar disciplinadamente. De vez en cuando gritan un nombre y el convocado regresa unos minutos después con el rostro jubiloso o con un puchero contenido." Lee texto completo en Generación Y
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