18 jul 2016

Minirreflexión: Gargantas, arena, haikus y propagandistas. Desvaríos del calor


Mujeres de arena. Copacabana
Fondo rosa, niños coreanos sonriendo. Haikus que se cuelgan en cuerdas para tender. Vecinas que se miran como espectadoras de unos muros que se actualizan con fotos de posados en terrazas y playas difuminadas. Poesía que se desliza por la cuerda de la guitarra como una showgirl vista mil veces, observada y solo atendida en la pose erótica que desata la imaginación.

Voces de mujeres subidas al escenario que se confunden con sus hermanas del desierto, o de las que viven en las atestadas favelas. Pieles multicolores susurrando saetas llenas de lágrimas, algunas al aire, otras ante un icono de madera bien vestido. Gargantas llenas de ecos, profundas. 

Haikus verdes, amarillos, de tres líneas y sabiduría infinita. La infinitud que
despierta la intuición, aquella que desprecia la ciencia porque no es tangible, etiquetable, o no ha pasado por todas las etapas de su sistema. Aunque disimulen con el falso respeto de las cejas enarcadas y los labios haciendo el mohín de los que se creen cultos. Profundidades y alturas que ellos suben  y bajan en ascensor porque la escalera es para los lunes y los aspirantes.

Bella garza baila en el río, tenía una pata dormida. Haiku, ¿poesía o perogrullada? Me decanto por la última, porque: La grulla ha abierto sus alas al sentirse aludida. No estoy contando, así que los puristas sufrirán al leerlo. Lo siento, soy artista de las que una vez aprendidas las fórmulas me olvido de las fórmulas.  

Haiku. Jose Blanco
Fondo azul, en la televisión dibujos animados revelan verdades homéricas, esotéricas e incluso proféticas. Doraemon hace tiempo cogió una cuerda y se descolgó de la pantalla, le dijo a la showgirl que dejara la barra, le dijo a la saetera y a todas aquellas gargantas que cantaban en las profundidades de los abismos,  que callaran. Y se unieran a él para construir el futuro desde del futuro. Ellas se rebelaron y se negaron a tener ningún líder, ya eran maduras para revolucionar ese futuro que no existe, porque no ha ocurrido.

De repente, sonó un  grito desde el desierto, la maiko olvidó su adiestramiento, tiró el abanico y derramó el té,  las girls transformaron el show . La barra como un mástil y su cuerpo la bandera. ¿La revolución de las mujeres, de los hombres, de los animales,  de los artistas? La revolución de los insignificantes, las revolución de las voces que graba la arena. Voces que no se conforman con los escalones de la poesía, pero no necesitan un arma para matar al diferente. Si la poesía fuera un arma, los cantantes serían mercenarios y los poetas estrategas. Los bailarines, soldados de vanguardia. Los pintores, grafiteros, escultores... Propagandistas de primer orden. ¿O sí quizás lo somos?... Desvaríos del calor.



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