15 dic 2015

Minirreflexión: Prisas y caballos

Uf, 28 minutos para que venga el autobús. Estoy cansada, me agobio y camino hasta la siguiente parada. Durante el paseo voy hablando sola. Con la excusa del móvil, ya hablar en soledad tiene la normalización de la comunicación.

17 minutos. Siguiente parada. ¡Qué prisas y qué ganas de llegar a casa! Como todos verdad, ¿verdad? De repente, me acuerdo de un profesor de Filosofía de Bachillerato, en Madrid.  Durante una de las clases que hablaba de la memoria. Voy yo y le suelto, que dormir era una pérdida de tiempo y que el cerebro debería ser capaz de memorizar audios con los apuntes durmiendo.

La reacción del hombre fue regalarme en la siguiente clase dos cassetes de relajación. Ainsss, otro que no me entiende, yo quería ser más productiva no entrar en coma -- pensé en su momento. Pero le agradecí el regalo.

Impaciencia, estress, y todos sus derivados, son términos que aunque una está habituada desde siempre. No queda otra que dar el brazo a torcer cuando el cuerpo se queja de que una no es buen jinete. Eficacia, rápidez, llegar puntual, ser "tiquismiquis". ¿Hasta qué punto?  Estoy resfriada...


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